He visto a muchas personas derrumbarse por causa de palabras descalificadoras provenientes de referentes importantes en su vida. Si bien es cierto que, las palabras pueden sanar, también pueden destruir y, hacerlo inmensamente. Aunque la forma como ofendemos y hacemos daño a otros tiene, que ver con la forma como fuimos descalificados y heridos. Esta verdad se olvida facilmente, cuando se está frente a una persona que, atrapada por su furia, nos dice palabras fuertes, por muy conscientes que seamos, nunca el corazón estará preparado para recibirlas. Luchar contra las ofensas no nos cura; al contrario, nos enferma y aprisiona. Salimos de esta situación, aprendiendo a acoger las ofensas. Desde hace muchos años, inclusos siglos, encontramos en textos de filosofía y, también en los libros sagrados, la recomendación: “trata a los demás como deseas ser tratado”. Una invitación que, no siempre es fácil de seguir porque, en muchas ocasiones, el ser inferior o el mal toman la delantera y, hacemos, precisamente, el daño que no quisiéramos hacerle a otros y, menos aún, a nosotros mismos. Un autor anónimo afirma: “trata siempre con amabilidad a los demás, todos llevamos una carga profunda de dolor, nunca sabes en qué momento, por una acción desafortunada o inoportuna, puedes llegar a recibir todo el dolor que una persona a contenido y, puedes terminar llevando sobre tus hombros y tu corazón, una carga que no te pertenece”.
Cuentan que hace mucho, unos discípulos meditaban junto a Buda, cuando unos hombres se acercaron a insultarle. Sin embargo, Buda no hizo nada. Cerró los ojos y aguantó que le insultaran sin moverse. Sus discípulos se enojaron y le dijeron: Maestro, ¿por qué dejaste que esos hombres te insultaran sin decir nada? Buda entonces, miró a uno de ellos y preguntó: Si yo tengo un caballo y te lo regalo pero no lo aceptas, ¿de quién es el regalo? El discípulo respondió: Si yo no lo acepto, seguiría siendo tuyo… Pues lo mismo sucede con las ofensas. Tú decides si aceptas o no ese regalo… El Evangelio nos regala la siguiente predicación de Jesús: “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No den lo santo a los perros ni les echen sus perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozarlos. Traten a los demás como quieren que ellos los traten; en esto consiste la Ley y los profetas. Entren por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos”. La puerta representa aquello que debemos atravesar para ponernos en camino hacia la verdad, hacia la conexión con el ser, hacia el encuentro con Dios. En este sentido, la puerta puede representar aquella situación incómoda que no nos atrevemos a resolver. Si no lo hacemos, resulta dificil salir hacia lo auténtiico y verdadero. Muchos, sabiendo lo que desean, eligen comodidad a crecimiento. Una elección que, al final trae consigo un costo muy alto. La puerta estrecha es aquella decisión, opción dificil que, si deseamos llegar a la verdad sobre nosotros mismos tenemos que tomar, es aquel camino que, al ser desconocido, nos asusta y, sin embargo, es el que nos lleva a la plenitud, a la expansión del alma y a la conexión con el ser. En la cultura judía, los perros y los cerdos son animales despreciados. Simbólicamente, los perros representan aquellas fuerzas que custodian el tesoro escondido que yace en las profundidades de nuestro corazón. Para que los perros no nos destruyan, cuando nos acercamos a lo auténtico de nuestra vida, tenemos que saber alimentarlos y, de manera especial, entender su lenguaje, es decir, escucharlos. Los perros están asociados a emociones como la tristeza, la ira, el enfado, la ansiedad y la angustia. Una vez que, logramos hacer contacto con estas emociones, dejan de lastimarnos y nos revelan lo que está escondido: nuestra identidad. Detrás de una ira muy intensa; de palabras, gestos y actitudes que destruyen, hay un ser humano lastimado que, reprimió su ser para conseguir aceptación, valoración o amor. El evangelio nos advierte: “No entreguen sus perlas a los perros porque las destrozarán” Por su parte, los cerdos representan las fuerzas inconscientes que, si no se controlan, no se les ponen limites, nos destruyen sin compasión. Podemos considerar a los pensamientos obsesivos, a los celos, a la necesidad de control, a la distorsión perceptiva y cognitiva como parte de estas fuerzas. También hace parte, la adicción, el trastorno y el pánico. La mentira y el engaño son dos agentes de las fuerzas destructivas. Los cerdos también están asociados a los demonios, a los complejos, que poblan la psique. El evangelio nos advierte: “No entreguen lo valioso que hay en ustedes a los cerdos, porque pisotearan todo hasta destruirlo”. El Evangelio nos invita a poner límites a nuestros instintos e impulsos para que podamos conservar la integridad de nuestro yo. La fuerza que nos lleva a herir o a entregar el propio valor al dolor, a los perros y a los cerdos tiene que ver con el miedo. James Hollis nos dice que, “todos tenemos dos categorías de vulnerabilidad existencial: por un lado, el miedo al agobio y, por otro, el miedo al abandono”. Las personas que actúan movidas por el agobio, han tomado tantas cargas sobre sí que, llega un momento, en el que para poder encontrar un poco de alivio, terminan expresando su incomodidad, a través de una explosión de ira. Este agobio, suele presentarse en personas que, se sienten desvalorizadas y en la búsqueda de su propio valor, intentan complacer a otros, sin darse cuenta, rompen la ley del equilibrio porque están percibiendo al otro como un ser débil, frágil o incapaz. Las personas que están arrastaradas por el miedo al abandono, han descargado sobre los demás su felicidad, su bienestar, su identidad. En otras palabras, son personas que, se sienten fracasadas en sus esfuerzos por ser felices, construir la relación que anhelan o conquistar el éxito profesional que sueñan. Se sienten víctimas de la vida y, piden a otros que se hagan cargo de ellos bajo la creencia; “Sin ti, no soy capaz de vivir”. Tanto el agobio como el abandono terminan engendrando en el alma y en el corazón estrategias de defensa que, cuando menos lo pensamos, se rompen y, terminamos dañando a otros. La invitación está dirigida a crecer en la capacidad de acoger, en las palabras ofensivas, no la destrucción que quieren causar en nosotros, sino el dolor de quien las pronuncia. No en vano rezamos: “Ayúdanos a perdonar a los que nos ofenden, como tú nos perdonas a nosotros”. Si puedes mantener intacta tu firmeza cuando todos vacilan a tu alrededor. Si cuando todos dudan, confías en tu valor y, al mismo tiempo, sabes exaltar su flaqueza. Si sabes esperar y, a tu afán poner brida, o blanco de mentiras esgrimir la verdad, o siendo odiado, al odio no le das cabida y, ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad. Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey. Si piensas y el pensar no mengua tus ardores . Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley y los tratas lo mismo como dos impostores. Si puedes soportar que tu frase sincera sea trampa de necios en boca de malvados. O mirar hecha trizas tu adorada quimera y tornar a forjarla con útiles mellados. Si todas tu ganancias poniendo en un montón, las arriesgas osado en un golpe de azar y las pierdes, y luego con bravo corazón sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar. Si puedes mantener en la ruda pelea alerta el pensamiento y el músculo tirante para emplearlo cuando en ti todo flaquea menos la voluntad que te dice adelante. Si entre la turba das a la virtud abrigo . Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo . Si marchando con reyes del orgullo has triunfado . Si eres bueno con todos pero no demasiado. Y si puedes llenar el preciso minuto en sesenta segundos de un esfuerzo supremo tuya es la tierra y todo lo que en ella habita y lo que es más serás hombre hijo mío... (Rudyard Kipling)Francisco Carmona
0 Comentarios
Dejar una respuesta. |
Una producción de Francisco Carmona para acompañar a quienes están en busca de su destino.
Visita los canales de podcast en la plataforma de spotify y reproduce todos los episodios.
Haz parte de nuestro grupo de suscriptores y recibe en tu WhatsApp la reflexión diaria.
Escanea o haz clic en el siguiente enlace
Filtrar Contenido
Todos
|