André es un vendedor de helados. Su interés está en ofrecer helados especialmente a los enamorados. Para André no hay nada más inspirador que, compartir un helado con el ser que se ama. Según André, nada hay que alimente más el amor que, un diálogo abierto, honesto y contemplativo alrededor de un helado. Para André, el helado es la fuerza que despierta los sentimientos más profundos que un ser humano, cuando comparte su vida en pareja, puede llegar a experimentar. Según su creador, André tiene las siguientes características: “André es amable, jovial y bonachón. Habla cálidamente con sus clientes, cree firmemente en el poder del amor y se enorgullece de cómo su helado une a las parejas. También le gusta empezar a cantar de vez en cuando. Cree fuertemente en el amor y en todas las fuerzas positivas que el amor puede despertar. André está entusiasmado con la fabricación de helados. Antes, solía trabajar en un trabajo que lo hacía miserable; en ese entonces, la única buena parte de su día era cuando regresaba a casa y experimentaba con combinaciones de helados. De ahí, el fuerte interés que tiene en que la gente consuma su helado”.
El maestro Zen Mu-nan sabía que no tenía más que un sucesor: su discípulo Shoju. Un día le hizo llamar y le dijo: Yo ya soy un viejo, Shoju, y eres tú quien debe proseguir estas enseñanzas. Aquí tienes un libro que ha sido transmitido de maestro a maestro durante siete generaciones. Yo mismo he añadido al libro algunas notas que te serán de utilidad. Aquí lo tienes. Consérvalo como señal de que eres mi sucesor. Harías mejor en guardarte el libro, replicó Shoju. Tú me transmitiste el Zen sin necesidad de palabras escritas y seré muy dichoso de conservarlo de este modo. Lo sé, lo sé – dijo con paciencia Mu-nan. Pero aun así el libro ha servido a siete generaciones y también puede ser útil para ti. De modo que tómalo y consérvalo. Se hallaban los dos hablando junto al fuego. En el momento en que los dedos de Shoju tocaron el libro, lo arrojó al fuego. No le apetecían nada las palabras escritas. Mu-nan; a quien nadie había visto jamás enfadado, gritó: ¿Qué disparate estás haciendo? Y Shoju le replicó: ¿Qué disparate estás diciendo? Añadió el Maestro: el gurú habla con autoridad de lo que él mismo ha experimentado. Nunca cita un libro. Una de las mayores virtudes de André es su intuición. Aprende a conocer a las personas y, cuando alguien se acerca para comprar un helado, él sabe que combinación recomendar para que, en el alma de su cliente nazcan sentimientos transformadores del estado de ánimo que los acompaña. Los helados de André evocan recuerdos positivos e inspiran a las personas a amar. André es un convencido de que, el que trabaja en lo que ama, sabe inspirar a quienes encuentra en su camino. Entre las habilidades que tiene André, según su creador, se cuenta: “una gran habilidad para la venta. Su negocio es sumamente exitoso. Nunca antes André había trabajado en algo que le llenara el alma y le permitiera una buena vida. El secreto está en que ama lo que hace. Sabe decorar los helados, exhibe una gran cantidad de sabores y combinaciones. Sabe cómo administrar el negocio y obtener ganancias. Otra de sus habilidades consiste en saber qué lugares son propicios para su negocio y cuáles son los horarios de mayor flujo de personas que, al verlo se antojen de sus productos. Además, André es un conversador permanente. Siempre está dirigiéndose a sus clientes con palabras que los seduzcan y atraigan. Muchas veces, las personas compran más por el poder de las palabras que, por el antojo. André pierde fácilmente el contacto cuando las personas rechazan sus productos; especialmente, cuando se ha esforzado por hacer algo delicioso y ve que, a los clientes no les gusto tanto como él esperaba. En ese momento, pierde su amabilidad y, literalmente, patea a las personas. Así, como sabe decir cosas que seducen, cuando André está akumatizado utiliza un lenguaje sumamente vulgar y descalificador. En medio del poder del Akuma, André tira todo lo que encuentra en su camino. Muchas veces, ha tenido que reconstruir su carro de helados porque en medio de la rabia, lo ha destruido. Para André cualquier comentario, que él llegue a percibir como negativo, es una excusa para mandar todo al carajo. Desconectado de sí mismo cree que, la gente no valora, lo que a él, tanto le apasiona. André vive convencido de que, la gente está obligada a sentir admiración por las cosas que ha logrado en la vida, como por ejemplo, salir de un trabajo aburridor para dedicarse a realizar la pasión de su vida. El afán de ser admirado por los cambios y éxitos que ha logrado en la vida, convierte a André en una víctima fácil para Hawk Moth. Es cierto que, André ha logrado muchas cosas positivas en la vida pero, hay una que no ha logrado: interiorizar que el éxito es suyo, no es de los demás. También André tiene que aprender que, sus palabras aduladoras también son su trampa, espera recibir de los demás, lo que él ofrece. La adulación es una estrategia comercial pero, André se confunde y considera que es una obligación en las relaciones. Cuando André aprende el valor de la interioridad, vuelve a ser él mismo. André necesita aprender el valor del silencio interior. Xavier Melloni escribe: “Cuando el silencio se instala en nosotros, se descorre un velo y el mundo adquiere una nueva luminosidad. Nuestra existencia se despliega en cada situación que se presenta para que nos dejemos moldear y nos dejemos conducir más allá de nosotros mismos. Las cosas y las personas aparecen ante nosotros de un modo virgen si nos hacemos disponibles a lo que nos quieren comunicar. Silenciarse es adentrarse en la realidad de un modo desarmado e inocente para disponerse a ver y a escuchar. Aparecen entonces otras imágenes y sonidos y un lenguaje nuevo teje esas voces que nos transmiten un mensaje muy diferente del que intentábamos descifrar con nuestra mente. Ese umbral está siempre presto a abrirse. Es la puerta por la que abandonamos el mundo construido por nosotros y nos adentra en una realidad que es demasiado sutil para poder poseerla, demasiado amplia para abarcarla, demasiado honda para alcanzarla, demasiado cercana para reconocerla”. Postrado ante ti, Señor, me envuelven los recuerdos, de aquellos que fueron fuego y encendieron en mí, la llama de tu Amor. Quiero darte gracias, Señor, por la voz dulce que me enseñó a rezar, por los ojos que alumbraron mi mirada y me hicieron verte en los demás. Por la mano tendida que me acogió y me ayudó a caminar hacia ti, por esos brazos fuertes que me alzaron para verte mejor, por los oídos que en silencio me escucharon, y por el eco invisible que tu presencia me mostró. Gracias, Señor. Y pedirte, Señor, quisiera, la luz y la fuerza, para transmitir esa herencia y también poder ser yo, voz que tu oración enseñe, ojos que muestren tu mirada, mano que de seguridad, brazos fuertes, oídos para acompañar, y que siguiéndote deje el eco de tu presencia en mi humilde caminar (Luis S. Gallardo)Francisco Carmona
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