Luka es un joven músico. Según se creador, Luka tiene una habilidad especial para leer las emociones de las personas y expresarlas a través de la música con su guitarra. Siempre está dispuesto a animar a las personas. La bondad es una de sus mayores características. A Luka, le molesta que la gente mienta, él cree que tiene un olfato especial para saber cuándo las personas están diciendo cosas contrarias a lo que sienten o intentan defenderse con mentiras o silencios de una situación difícil. Los que rodean a Luka admiran su capacidad para admitir en él tanto las cosas buenas como aquellas que no lo son. Su transparencia se convierte en un atractivo importante. Había un árbol al que hombres y mujeres adoraban, desdeñando el culto que practicaba su pueblo. Un hombre, irritado por aquella idolatría, decidió cortar el árbol. Se presentó caída la noche con una pesada hacha, pero el diablo apareció en forma humana y le preguntó: ¿Qué vas a hacer con esa hacha? Voy a cortar el árbol. ¿Por qué? Porque hay hombres y mujeres que lo adoran, con lo que olvidan al verdadero Dios. ¿Qué te importa eso si tú no lo adoras? le dijo el diablo. ¡Quiero cortarlo y lo voy a hacer! contestó el hombre, levantando el hacha. ¡Espera! gritó el diablo, colocándole una mano sobre el brazo. ¿No preferirías, en lugar de cortar este árbol, hacer algo que te fuera útil? ¿Qué quieres decir? preguntó el hombre un poco confundido. Mi propuesta no es un enigma. Si renuncias a cortar ese árbol, te ofrezco dos monedas de oro ¿Quién me las dará? Yo mismo ¿Cuándo? Cada mañana, cuando despiertes. El hombre bajó el hacha y regresó a casa. A la mañana siguiente, un mendigo enmascarado llamó a su puerta, le dio dos monedas de oro y se marchó rápidamente. Al día siguiente, el hombre se levantó temprano y esperó al mendigo. Pero lo esperó en vano. Nadie le llevó las dos monedas de oro prometidas. El hombre se enfadó muchísimo, cogió su pesada hacha y corrió hacia el árbol. Allí encontró al diablo en su forma humana, y el diablo le dijo: ¿Qué vas a hacer con esa hacha? ¡Voy a cortar el árbol! No. Ya no eres capaz de cortarlo. El hombre levantó el hacha. El diablo la tocó con un solo dedo y la tiró. Después empujó al hombre, que se rompió la espalda al golpearse contra un muro, y estuvo a punto de morir ¿Quién eres, preguntó -. ¿De dónde procede esa fuerza sobrenatural? De las monedas que has aceptado. Cuando quisiste cortar el árbol para proteger el verdadero culto de Dios, no podía hacer nada contra ti. Pero cuando has querido cortarlo porque estabas enfadado a causa de las monedas de oro que no has recibido esta mañana, has caído en mis manos. Y por eso te he machacado.
La bondad y cercanía de Luka desaparecen cuando descubre que las personas le han mentido. Para él, que un amigo mienta o no le cuente un secreto es señal de desconfianza; por esa razón, Luka actúa silenciando a las personas. Cuando está enojado, fuera de sí, Luka inventa conversaciones para llegar a la verdad que le fue escondida. Luka se convierte en la persona que lleva y trae. En esta transformación, los amigos lo llaman viperion; es decir, ven en Luka una persona con una intención decidida a hacer daño. A Luka no le importa decir lo que sea, con tal de dañar a las personas con las que esta enojada. Hawk Moth conoce la parte oscura de Luka y no desaprovecha la oportunidad para convertirlo en silenciador, en viperion o en verdad. Cuando asume esta última actitud, Luka ataca a quien sea, con tal de encontrar las razones por las cuales fue engañado. Cuando Luka ve que, sus amigos pueden confiar en alguien diferente a él, ataca a estas personas con calumnias, silenciando cualquier comentario positivo hacia ellas o buscando alguna cosa que le ayude a demostrar que, confiar en esas personas, es un error porque, además de dañinas, no son tan honestas como aparentan ser. En la historia de Luka encontramos que, un día descubre que su papá no era el hombre que todos decían. A Luka, le cuesta mucho aceptar la verdad sobre su papá. Cuando está convertido en el buscador de la verdad, Luka suele encontrarse con cosas que, le hacen ver lo viperino y silenciador que es. En ese instante, se deprime, enferma del estómago y de migraña. Nunca pide excusas porque, para Luka es muy difícil aceptar que la oscuridad también lo habita. Descubrir que expone a los que ama con sus falsos comentarios, causa una decepción enorme en Luka hacia él. Martin Luther King escribe: “Cualquier cosa que afecte a uno directamente también afecta a todos indirectamente”. Aquello que nos negamos a aceptar en nuestra vida, terminamos proyectándolo y atacándolo en los demás. El daño que no logramos sanar en nosotros, será el daño que, en algún momento, cuando nos akumaticemos, le haremos a los demás. Aquello que nos atrevemos a sanar en nosotros, terminara siendo también aquello que sanemos en las relaciones que tenemos y, lógicamente, en el mundo. Así, es cómo funciona la interrelación con la estructura de la realidad. Para comprender a las personas, es necesario verlas como son y, no limitarlas al mal que han realizado o a los defectos que poseen. Comprender a las personas significa ver su historia, comprender su dolor y, sin caer en falsas justificaciones y racionalizaciones, darnos cuenta que, en el alma del que hiere, hay un dolor que aún supura lágrimas, derrama la sangre de la decepción y de la impotencia frente a sí mismo, por no ser lo que se creía ser o se esforzó en hacer creer que era. Cuando comprendemos lo que sucede en el otro, nos damos cuentas que sus acciones, sus palabras y humillaciones, tienen más que ver con él que, con nosotros. Obrando de esta forma, escapamos de las redes que el Ego nos tiende para mantenernos en la enemistad y la discordia. Al final, sólo nos queda reconocer lo que, Thomas Merton bellamente describe: “¿Qué soy yo? Yo mismo soy una palabra pronunciada por Dios. ¿Puede decir Dios una palabra que no tenga ningún sentido?” Abandonados en las manos misericordiosas de Dios podemos comprender que, no necesitamos ser perfectos para ser aceptados y amados. Sólo necesitamos conocernos, acogernos, amarnos y entregarnos al servicio de la vida. De esta forma, la palabra de Dios que somos, logra resonar en el mundo. Mi alma te bendice, Señor, y todo mi ser quiere repetir y respetar tu santo nombre. Quiero bendecirte cada día, sin olvidar todo el bien que has hecho y haces por mí. Tú perdonas todas mis culpas, y curas mis enfermedades. Tú rescatas mi vida cuando caigo en alguna fosa, y me llenas de gracia y ternura. Tú eres compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia, no estás siempre acusándome ni guardando cuentas para siempre por lo que he podido hacer mal. Como se levanta el cielo sobre la tierra, así está extendida tu bondad sobre mí, sobre todos. Como está de lejos oriente de occidente, así alejas tú lo que he podido hacer mal, sin tenerlo siempre delante de mí. Mi alma te bendice, Señor (El Salmo 104 en primera persona, adaptación de Rezandovoy)Francisco Carmona
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