Recibimos la petición de constelar una mascota. Los dueños deseaban darle las gracias a quien durante trece años, había estado haciendo parte de la familia. Aprendí que las mascotas ocupan el lugar de alguien en el sistema familiar. De ahí, la necesidad de muchas almas de humanizar a los animales. Un número significativo de personas proyectan sobre las mascotas lo que, de una forma u otra, reprimen con respecto a sus semejantes. En este caso concreto, la mascota ocupa el lugar del padre que se marcha de casa. El alma siempre hace el mejor esfuerzo posible para curarse. Permanecemos en el dolor, más por la presión del Ego que por el deseo del alma. En la constelación, cuando se produce la reconciliación entre el hijo y el padre, la mascota muere, el sistema regresa al orden y el corazón fue, por fin, abrazado. Dice Rumí, el místico sufí: “Más allá de nuestras ideas de lo que es correcto o incorrecto hay un campo. Nos vemos allí”. Ese campo donde podemos encontrarnos pertenece al corazón que anhela un abrazo, sentirse acogido, tratado con misericordia y compasión. Escribe Carolyn Hobbs: “Cuando prestamos atención a lo que ocurre en nuestro corazón, es como si nos metiéramos por el ojo de una cerradura y pudiéramos llegar así a un lugar que, aunque sabemos que existe, nunca nos atrevimos a entrar y, ahora lo hacemos porque sabemos que, una vez dentro, todo en nosotros puede cambiar, ser diferente y experimentar, con mayor libertad, nuestra capacidad de amar”. Accedemos al corazón desde el silencio.
Veinte monjes y una monja, de nombre Eshun, practicaban la meditación con cierto maestro Zen. Eshun era muy bella, aún a pesar de llevar la cabeza afeitada y vestir las burdas ropas del monacato. Varios monjes estaban en secreto enamorados de ella. Uno de ellos le escribió un día una carta en la que la declaraba su amor, insistiendo en que concertase con él una entrevista en privado. Eshun no contestó. Al día siguiente, el maestro daba una conferencia al grupo. Al acabar la disertación, Eshun se levantó y, señalando con el dedo al autor de la misiva, dijo: Si en verdad me amas tanto, ven aquí y abrázame ahora. Creo que, la mayoría de nosotros fuimos educados en la negación de los sentimientos. La necesidad de sentirnos fuertes, de avanzar en la dificultad, de sobreponernos al dolor termino convirtiéndose en negación de la vida afectiva. Hoy, es muy común que, el conflicto en la pareja, por ejemplo, tenga como denominador la incapacidad de expresar adecuadamente los sentimientos. Encuentro, por ejemplo que, uno de los miembros de la pareja se resiste a decir lo que siente argumentando: “¡A mí, no me educaron de esa forma! El otro respondiendo: “¿Cómo me voy a sentir valorada y tratada con dignidad, si nunca me dices que estoy bonita, que te gusto? Hemos ganado mucho en el terreno de la razón y retrocedido años en la expresión y comunicación afectiva. En cuanto a comunicación afectiva, hay mucho todavía por aprender. La educación emocional asertiva aún está en pañales. Escribe Carolyne Hobbs: “Los sentimientos son muy incomprendidos. En general tratamos de evitarlos, se entiende que los negativos. Anhelamos sentir alegría, felicidad, satisfacción y libertad; nos esforzamos por conservar esos sentimientos todo el tiempo, nos sentimos enfadados cuando desaparecen. En cambio, muy a menudo intentamos medicar, evitar o posponer la tristeza, la ansiedad, la decepción, la soledad y la desesperación. Tal vez, evitamos los sentimientos que consideramos negativos porque no sabemos expresarlos. Puede ser que sintamos que no tenemos más que dos opciones: exteriorizarlos de forma dramática, con furia, o mantener un silencio estoico”. Los sentimientos nos pueden mantener encarcelados, si tratamos de ignorarlos, y cuando los abrazamos nos entregan el tesoro que ocultan. Cuando admitimos los sentimientos, es posible que, se caiga el ídolo que todos llevamos por dentro y, que nos costó mucho tiempo y esfuerzo moldear. María Sakkari, es hoy la número tres del mundo del tenis femenino. Ante los medios de comunicación, antes de empezar a competir en el WTA 1000 Toronto, confesó: no estoy disfrutando ser una de las mejores jugadoras del mundo. Es algo muy difícil de admitir y muy difícil de manejar. Pero es la verdad. Es la realidad. No lo disfruto. Para María, debió ser muy difícil ver como el ídolo que había construido se derrumbaba por una confesión que el alma pedía hacer. Isaac Daniel, sacerdote jesuita, escribe: “Existe una humanidad compartida que devela la necesidad de romper aquellos ídolos interiores que nos permitan ser más para servir mejor en los distintos flancos de nuestra vida”. Más allá de lo que es correcto o incorrecto existe un lugar donde los seres humanos puede ir y encontrarse no sólo consigo mismos sino también con el Dios que es compasivo y misericordioso. En algún momento de la vida, para preservar nuestro lugar en la familia, decidimos callar u ocultar un sufrimiento, un dolor, una humillación o un maltrato. Al hacerlo, nos aseguramos el lugar en la familia o en el grupo, pero obligamos al alma a andar hecha girones y construyéndose un ídolo para poder sobrevivir. El peor abandono que podemos experimentar no es el de los seres queridos, sino el de nosotros mismos. Podemos aprender a vivir sin el amor de los padres, de los hermanos, de la familia en general, pero nunca lograremos estar en paz con nosotros mismos si nos abandonamos, traicionamos, si nos vendemos por un mendrugo de amor. Allí, donde hay un silencio profundo, también hay un niño que aprendió que, era mejor callar que ser maltratado, menospreciado, rechazado o desvalorizado. Cuando decidimos dejar de escabullirnos encontramos que, debajo de nuestra consciencia, el Ego estaba planeando, como a través de la represión de los sentimientos y el apego al pasado, la forma de arrebatarnos el gozo, la alegría y la capacidad mágica de vivir siendo nosotros mismos aún en medio de las tormentas y dificultades de la vida. A pesar de la atalaya, que el Ego tiende para atraparnos en las preocupaciones, los temores, la ansiedad, el miedo y la desesperanza, el amor continúa visitándonos y rescatándonos de una existencia vacía donde el distanciamiento emocional y la disociación se vuelven una constante, donde aparentar ser fuertes, exitosos y vitales se convierten en el ídolo que, para sobrevivir, nos sacrifica. Cuántas energías buscando el aplauso que al terminar me deja vacío. Años de esfuerzo para lograr títulos que no cambian nada lo que soy. Desvelos para preparar un proyecto. Pasa el proyecto, y siguen los desvelos. Cuánto trabajo modelando una imagen que no es más que fachada. Nada, al final todo queda en nada y en mí crece el vacío. Tú sigues paciente, esperando, con esa ternura sonriente. Solo Tú, lo repito pero ¿lo creo? Solo en Ti, lo aprendí pero ¿lo vivo? Tendrá que derrumbarse todo hasta que solo queden escombros para que te devuelva la mirada para que no me quede otro asidero y vuelva a ser aquel niño indefenso que no puede hacer nada sólo llorar y dejarse abrazar (Javi Montes, sj) Francisco Carmona
0 Comentarios
Dejar una respuesta. |
Una producción de Francisco Carmona para acompañar a quienes están en busca de su destino.
Haz clic y visita nuestro canal de podcast, podrás escuchar todos los episodios completos.
Haz parte de nuestro grupo de suscriptores y recibe en tu WhatsApp la reflexión diaria.
Escanea o haz clic en el siguiente enlace
Filtrar Contenido
Todos
|