La satisfacción es un indicador de libertad interior. A constelaciones, vino una mujer, deseaba trabajar la infidelidad de las parejas que ha tenido a lo largo de su vida, los trabajos y las relaciones con su familia. Es curioso, pusimos un representante y, lo primero que dijo fue: ¡Siento un vacío enorme en el estómago! Todos los demás representantes de la constelación estaban lejos de la representante de la consultante; además, decían estar tensos, rígidos, con deseos de acercarse y, también con mucho temor. Le pedí a la mujer que se fuera acercando al vacío. Al principio hubo mucho temor, poco a poco, comenzó a surgir la confianza. Los demás representantes se iban flexibilizando, soltando y recuperando la movilidad. Al final, cuando la mujer toma de las manos al representante del vacío y le dice: “me perteneces, eres mío, de nadie más”. Todos encontraron su lugar en la constelación. Sentado en la playa, dirigía mis ojos al horizonte. Allí, donde ni los barcos pueden ir. En realidad, no era posible verlo, pero lo veía, cada vez más claro y claro. Impresionado, quitaba mi vista de allí y miraba alrededor mío. No había nadie, no había nada. Estaba absolutamente solo en un vacío total. Y desde lejos me invitaba un horizonte desbordante.
El vacío es una sensación de no tener nada por dentro, de estar solo; es sentir que algo falta y no saber definir qué es. Cuando el vacío se apodera de nosotros terminamos insatisfechos no sólo con nosotros mismos sino con todo lo que nos rodea. Sin darnos cuenta, nos vamos volviendo unos tiranos en las relaciones, en el trabajo, en la pareja, en la comunicación interior. Los demás, al ver lo que sucede con nosotros se alejan, se paralizan o se vuelven rígidos como nosotros. Al respecto, escribe Joan Garriga: “Alguien dijo: no soy perfecto, pero soy real. Lo único que podemos amar es el ser real que somos. Lo otro son fantasías que perpetúan la guerra interior contra los aspectos que no nos gustan de nosotros mismos y que tratamos de destruir (casi siempre infructuosamente) y sustituir por los que sí nos gustan. Hellinger tiene una bonita frase al respecto: Sólo podemos amar lo imperfecto. Yo interpreto esta frase como un canto a la realidad de lo humano. La cualidad esencial de lo humano es su propia imperfección. La esencia de lo humano la encontramos, por supuesto, en lo sublime, pero también en lo aparentemente burdo o negativo, en aquello que no nos satisface de nosotros y de los otros” Podemos quedarnos atrapados en el vacío y, sin darnos cuenta, terminar alejados de las demás personas. También podemos hacer que, aquellos que comparten la vida con nosotros se alejen silenciosamente, para no herirnos y también para evitar los molestos reclamos que salen de un corazón lastimado y herido por el vacío. Al respecto escribe Henry Nouwen: “Hay un profundo agujero en tu ser, como un abismo. Nunca lograras llenar ese agujero, porque tus necesidades son inagotables. Tienes que tejer alrededor de él, de manera que el abismo se cierre en forma gradual. Como el agujero es tan enorme y tu angustia es tan profunda, siempre estarás tentado de huir de él. Hay dos extremos que evitar: estar completamente absorto en tu dolor y estar distraído por tantas cosas, que te mantengas alejado de la herida que quieres sanar”. La samaritana se había alejado de la gente y, aunque la gente la veía ir sola al pozo, tampoco se animaban a acercarse para ayudarla. Cuando el vacío se vuelve acuciante en nuestra vida llega el momento de retirarnos al mundo interior. El vacío no se llena mirando hacia fuera sino entrando en contacto con la sed que nos habita. De nuevo, escribe Nouwen: “No le cuentes tu historia a todo el mundo. Solo terminaras sintiéndote más rechazado. La gente no te puede dar lo que tu corazón anhela. Cuanto más esperas de la respuesta de la gente ante tu vivencia de abandono, más te sentirás expuesto al ridículo. Entra en contacto con tu propio corazón y con el corazón de Dios a través de tu dolor. Dios te enviara las personas con quienes puedas compartir tu angustia, que puedan llevarte más cerca de la verdadera fuente del amor. Dios es fiel a sus promesas. Antes de tu muerte, encontraras la aceptación y el amor que imploras. No llegara del modo en que lo esperas. No seguirá tus necesidades y deseos. Pero llenara tu corazón y satisfará tu deseo más profundo. No hay nada más que esta promesa para agarrarse firmemente. Todo lo demás te lo han sacado. Aférrate con fe a esta promesa desnuda. Tu fe te sanara”. El vacío deja de existir cuando en lugar de mirar con recelo al otro, empezamos a agradecer el don de su presencia. He visto, en los diferentes talleres de constelaciones, que la infidelidad se abre paso en las relaciones de pareja, cuando uno de los miembros se olvida de sí mismo y comienza a vivir en función del otro, dejando a un lado sus propias necesidades. El que rompe el equilibrio en el amor, porque cree que si no se da, lo pueden abandonar, termina vaciándose y provocando que las relaciones pierdan sentido y la fuerza de la atracción. Tenemos que recordar siempre que, el amor fluye donde hay dos personas conscientes de sí mismas, que cuidan su interior y comparten con el otro su riqueza. Una de las formas más sanas que existe de vincularnos es a través del agradecimiento. Las relaciones cimentadas sobre el reproche, el reclamo y la descalificación, poco a poco, se van deteriorando. Las personas, que no saben agradecer lo que el otro les ofrece y la forma como lo hace, son personas que tienen dificultades para reflexionar correctamente la vida. El que sabe agradecer, piensa correctamente la vida. Los pensamientos de las personas ingratas proceden de un corazón que se siente impotente ante el amor, como no sabe tomarlo adecuadamente, se dedica a herir, lastimar y crear distancia. Steindl, psicólogo, señala: “Sin gratitud nuestras relaciones se hunden en la oscuridad del pasado, en el misterio de la nada, en las sombras del desamor”. En el instante en que comenzamos a ser agradecidos encontramos el camino hacia el interior. Lo que necesitamos para ser felices se encuentra dentro de nosotros, para ver el tesoro que llevamos con nosotros, es necesario que, limpiemos la mirada que tenemos sobre nosotros mismos y sobre la vida. Dice Steindl: “La gratitud une a los seres humanos y, también a los diferentes pueblos. Quienes honran la gratitud aprenden también a ser sabios. Las personas agradecidas se sienten satisfechas y la mirada que tienen sobre la vida y sobre sí mismas comienza a sanarse. La gratitud nos ayuda a encarar de manera diferente las adversidades y a construir puentes que hacen que la vida sea más solidaria y, profundamente cercana. Que no te vea, Señor, solo en lo pobre. Que no te vea, Señor, solo en la sabiduría. Que te vea, en todo y en todos, sin hacer excepción. Que te deje entrar en mi sencilla habitación, muchas veces desordenada, sucia y vacía. Transfórmame por dentro, conduce mi corazón por el camino de la vida, una vida que se presenta apasionante, llena de Ti y de otros. Necesito de la alegría de saberte nacido, de saberte conmigo, para poder ser esperanza en medio de un mundo tan vacío de ella. Conviérteme, Señor a tu pobreza, sencillez y misericordia. Yo, te espero con mi humilde corazón, y te lo ofrezco para que nazcas en él. Solo te pido que no dejes de mirarme. Solo quiero ver tu sonrisa de niño. Solamente, Señor, no me dejes solo (Pablo Sánchez)Francisco Carmona
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