Las reacciones del Ego reclamarán nuestra atención toda la vida. La libertad frente al Ego se conquista haciendo que, todas sus reacciones y consejos, en lugar de ser reprimidos o negados, sean llevados a la consciencia. El Ego necesita ser desenmascarado antes que eliminado. Los esfuerzos por hacer desaparecer al Ego, terminan nutriéndolo y fortaleciéndolo. El Ego es amante de la quejumbre. De esta forma, nos hace perder la vitalidad, la esperanza y la alegría. De ahí, la necesidad permanente de hacer examen de consciencia para que sea la paz interior, el anhelo de plenitud y de Dios los que den una base sólida a nuestra existencia. Las voces del Ego nos mantienen en la vida superficial. Mientras más confundidos y desorientados nos encontremos, mayor dominio tiene el Ego sobre nuestra vida. Al respecto, escribe un autor anónimo: “ El hombre lleno de ruido y superficialidad no puede conocerse directamente a sí mismo. Un mundo superpuesto de imágenes, ruidos, ocupaciones, contactos, impresiones y reclamos se lo impide. La persona no conoce su auténtica realidad; no tiene oído para escuchar su mundo interior; ni siquiera lo sospecha. El ruido crea confusión, desorden, agitación, pérdida de armonía y equilibrio. La persona no conoce la quietud y el sosiego. El ansia, las prisas, el activismo, la irritación se apoderan de su vida. El hombre de nuestros días ha aprendido muchas cosas y está superinformado de cuanto acontece, pero no sabe el camino para conocerse a sí mismo”.
Cuando Dogen regresó de China, tras haber estudiado allí el zen durante años, le preguntaron: ¿Qué clase de nobles enseñanzas has traído? A lo que él contestó: He vuelto con las manos vacías. Añadió el Maestro: el desapego es uno de los grandes retos en el camino de crecimiento. Por lo tanto volver con las manos vacías es lo máximo. Asistió, a un taller de constelaciones, un hombre que afirmaba, haber tenido una experiencia de Dios que había transformado radicalmente su vida. El hombre venía al taller, porque después de la separación de su esposa, había recibido una revelación de Dios, que lo había llevado a adoptar los doce pasos de alcohólicos anónimos como el camino espiritual que hacía de él un ser humano con una capacidad especial de comprender los misterios humanos. Señala Carolyne Hobbs: “El Ego no pierde la oportunidad de inmiscuirse en una conversación o de embellecer una historia a lo grande; todo con el fin de distraernos de experimentar directamente nuestros sentimientos”. El hombre sabía muchas cosas de la literatura. Pero desconocía las causa por las que, después de la separación, entraba en relaciones inestables, difíciles y sumamente dolorosas. El Ego interviene haciéndonos creer que, después del dolor somos seres especiales e iluminados. Cosa que no es totalmente cierta. Joan Garriga, en su libro: decir sí a la vida, señala: “Todas las personas tienen dificultades en algún momento, pero las que no pierden el tiempo discutiendo con la realidad suelen ser mucho más eficaces en la gestión de sus problemas. En cambio, las que se enroscan en la queja, el victimismo, el enojo o la fatalidad o cualquier otra posición estática pierden toda eficacia, malogran su energía y se paralizan en un lugar sufriente”. Carolyne Hobss escribe: “Durante siglos, los seres humanos (con todo el apoyo del Ego) nos hemos resisitido a fluir con la vida; hemos estado juzgando, temiendo, dudando y reaccionando, creyendo plenamente que esta es la forma más inteligente de sobrevivir”. Nuestros mayores y mejores esfuerzos, sin lugar a duda, han consistido en evitar lo que no funciona, lo que nos resulta intolerable o, simplemente, lo que nos aburre porque exige mucha generosidad de nuestra parte. Los seres humanos andamos en la oscuridad hasta que el interruptor de la consciencia hace posible que irrumpa la luz. El ego, la parte inmadura de nuestra psique, se esfuerza en mantener nuestra alma en la confusión. También hace lo que está a su alcance, por impedir nuestra relación con Dios. Al respecto, escribe Pedro Rodríguez Ponga sj: “Porque la persona madura se pone delante de Dios asumiendo que le sobrepasa y que es un Misterio. Que muchas de las circunstancias de la vida le desbordan y no entiende, que se ve muy limitado, lleno de defectos y siente que él sólo no puede con todo…Sin embargo, siente la certeza de que hay esperanza. Esperanza en que las cosas buenas de la vida son siempre mayores que las malas. Esperanza en que a pesar de los defectos que se puedan tener, la capacidad de hacer el bien es inmensa. Esperanza, en definitiva, en un Dios que triunfa sobre la muerte y el sufrimiento, y su Amor es infinito. Y es desde esa fragilidad bien asumida, acompañada de esperanza, cuando más vulnerable se presenta uno delante de Dios y se abre, de verdad, a Su Amor infinito”. Desde pequeños hemos escuchado la voz familiar que, cuando está dominada por el Ego, sólo nos repite lo importante que es el éxito económico si queremos tener un lugar en el mundo, ser valorados y tenidos en cuenta. A menudo, confundimos el miedo con la verdad y con la sabiduría. El Ego insiste, una y otra vez, en negar el miedo. Al hacerlo, le entregamos al miedo el poder de dirigir nuestra vida y determinar las decisiones que tomamos. El miedo que tiene su origen en el miedo mismo, es decir, en el creer que podemos desaparecer, siempre nos está increpando, no con el deseo de ayudarnos, sino de desanimarnos y confundirnos. A través del miedo, el Ego nos sabotea, confunde y quita vitalidad. Nuestra vida alcanza solidez cuando nos atrevemos a confrontar al Ego haciéndole preguntas que, en lugar de darle vida, lo obligan a mirar hacia la luz y reconocer que la verdad no está en él sino en algo más grande que, permanece como un Misterio incomprensible, inabarcable y dotador de sentido. Para esquivar los baches del Ego es necesario aprender a retirarnos a un espacio donde el encuentro y la intimidad con nosotros mismos sea posible. Sólo aquello que se lleva a la consciencia, se transforma. La consciencia tiene la capacidad de entender las reacciones, los pensamientos y los juicios del Ego y llevarlos a la luz de la consciencia haciendo posible el encuentro con la verdad que nos habita y que tiene su origen en la Divinidad. Las historias del Ego intentan apartarnos del destino; la vida interior nos conecta con el corazón y con la sabiduría que hay en él y de la cual podemos beber para hacer que nuestra existencia esté llena de sentido. Está seco, sus ramas sin hojas, su tronco sin ojos, sus cables sin savia, se mueve sin amor. Está seco. Nada le estremece, por nada hasta blasfema. La Bolsa y el Negocio sólo le hacen vibrar. Está seco. Se mete en Ministerios, administra guardillas, rebaja los jornales, que su vida es así. Yo le he visto, os advierto: Enterrad a ese hombre cuanto antes (Gloria Fuertes) Francisco Carmona
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