Durante este mes, la vida nos regaló la oportunidad de reflexionar acerca del conflicto familiar y sobre el llamado de Jesús a permanecer en su amor, si queremos dar fruto abundante. Cuando la familia pierde contacto con su alma, las relaciones se vuelven difíciles y lo que debería vivirse en armonía, termina envuelto por el conflicto y el sufrimiento. La familia enferma cuando el cuidado, eje central de la vida familiar, se convierte en descuido, abandono y atropello. Creo que, de una forma u otra, todos sufrimos cuando vemos que la familia está amenazada por el desamor. El conflicto entre esposos y entre hermanos tiene su origen en la dureza del corazón. Cuando el barro, de donde provenimos todos, se seca y deja de estar humedecido por el agua, el amor, lo que está destinado a convertirse en una obra de alfarería, termina convertido en un objeto que sirve para destruir, romper y herir. Recordemos que, el mito familiar son, aquel conjunto de experiencias, creencias, formas de vinculación y verdades que comparten los miembros de un sistema familiar. Lo anterior, une al sistema familiar, determina patrones de conducta comunes y, permite que cada persona tome un lugar con respecto a los demás miembros del sistema familiar. Lo más común, es que los mitos se desarrollen en el inconsciente familiar. La familia reconoce las verdades, las creencias y los patrones de conducta, pero ignoran su origen y la fuerza que estas puedan tomar sobre la vida de cada uno y la influencia sobre el destino personal, familiar y colectivo. Detrás del mito, siempre se encuentran verdades dolorosas e intolerables, en primer lugar, para la pareja y, en segundo lugar, para los demás miembros del sistema familiar. Los mitos familiares, por un tiempo, determinan la estructura del mundo interior de la familia.
Kabyle es una niña de la tribu de los bakongo, que habitan el territorio del África central. La tribu a la que pertenece su familia, está situada en Kinshasa. Su madre, Radhiya y su padre, Wali, la miman y la vigilan muy de cerca, ya que es la única hija que les queda viva, después de haber perdido a sus dos hijos mayores a causa de una enfermedad. A Kabyle le gusta jugar con los otros niños del poblado a la pelota. Le gusta ensuciarse, lanzarles barro y correr a ayudar a los ancianos del poblado cuándo no pueden valerse por si mismos. Su bondad es conocida por todos los habitantes de la aldea, que creen que la niña es un regalo divino. Su mejor amigo es un niño llamado Dada. Con él se atreve a alejarse del poblado e ir a explorar las proximidades. Pero siempre se asegura de que sus padres no lo sepan, y aprovecha cuándo están ocupados recogiendo la fruta en el campo. La niña sabe que es una bendición para su familia y que cada vez que llega a casa, Wali y Radhiya respiran aliviados porque su hija sigue viva. Kabyle recuerda un día en que estaba ayudando a su madre a lavar la ropa en la orilla del río. La vio llorar después de mucho tiempo, y curiosa, le preguntó por qué estaba triste. A lo que su madre respondió: no lloro de tristeza, hijita mía, sino porque soy muy feliz por poder tenerte todos los días conmigo y poder abrazarte y besarte todas las noches antes de irme a dormir. Desde entonces, la pequeña, todas las noches antes de acostarse va corriendo a abrazar a sus padres inundando la casa con sus risas y haciendo muy dichosos a los dos por tener una hija tan buena y tan cariñosa. La vida es mucho más plena y sana cuando aceptamos las cosas como son, en lugar de luchar para que se acomoden a nuestras expectativas y sueños. Irving Yalom, psicólogo existencialista, nos cuenta que, arrastrados por la fuerza del amor ciego podemos convertirnos en verdugos de ese amor que intentamos cuidar, acompañar o hacer crecer. La única forma de permitir que el amor vuelva a fluir consiste en, renunciar al mito de la familia perfecta, feliz y armónica para abrazar la familia de barro, marcada por la vulnerabilidad y fragilidad del amor y de sus miembros y, también necesitada del agua del amor que viene de Dios, que es el único que, puede hacer que el barro se mantenga dócil para ser moldeado. Jorge Domínguez, nos ayuda a distinguir los tipos de mitos que anidan en el alma familiar, la guían y, en ocasiones, la hacen sufrir, la maltratan, la confunden y la vuelven agresiva. Nos dice el autor: “Aunque cada familia crea sus propios mitos y pueden ser tan diversos como las propias historias familiares, pueden detectarse temas de fondo que están presentes en muchos de los mitos familiares. En primer lugar, está el mito de armonía que consiste en presentar una imagen de tranquila felicidad. Aparentemente son familias sin problemas, sin conflictos en la que todos son felices. Sin embargo, debajo de este mito puede haber muchos conflictos, infelicidad e incluso depresión que afecta a todos. En segundo lugar, esté el mito de disculpa y reparación. Incluyen las alianzas e interrelaciones de hecho que unen a los miembros de la familia y aparentemente los mantienen unidos aun frente a la adversidad. Pero en realidad se observan en ellos procesos de separación, negación, idealización e intensa proyección. En tercer lugar, los mitos de salvación. La familia cree que pueden evitarse o diluirse los sufrimientos y la vergüenza gracias a la intervención de un personaje fuerte. Se erige el rol del redentor que puede salvarlos del sufrimiento, gracias a esa persona todos estarán bien”. Los mitos sirven para que alrededor de ellos la familia encuentre una estructura y un determinado orden. Hay ocasiones, en las que el mito está tan cargado de dolor que, la única vía que los miembros del sistema familiar logran tomar es el del distanciamiento. Hay rupturas familiares que son necesarias porque ayudan a salvar la armonía e integridad de los miembros del sistema familiar. Al final, sabemos que, para poder cerrar nuestro ciclo en esta existencia, de una forma u otra, todos vamos a tener que resolver los distanciamientos, las rupturas, las recriminaciones y las heridas que nuestras actitudes causaron en el sistema familiar. Aquello que una generación no alcanza a resolver, se convierte en la tarea para las próximas generaciones. Es un acto de amor hacia las próximas generaciones resolver los conflictos familiares; así, nadie tendrá que resolver algo que nos pertenece exclusivamente a nosotros. El mito del sistema familiar de origen termina dirigiendo, durante un buen rato, las relaciones de pareja y la vida familiar de cada miembro del sistema. Bert Hellinger señala que, al iniciar la relación de pareja, conviene tener presente que, la lucha entre los dos sistemas, al que pertenece cada uno, luchará por imponerse sobre el otro. Cabe recordar que, el sistema vencido terminará imponiéndose, de manera inconsciente, sobre el sistema vencedor. Esta supremacía se verá reflejada en los comportamientos inconscientes de los hijos. Constelaciones Familiares enseñan que los hijos sirven de espejo a los padres. En los comportamientos disruptivos de los hijos, los padres pueden ver aquello que aún está sin resolver en el sistema parental y en la relación con el sistema de origen. Nos curamos cuando aprendemos a vivir con lo que hay, cuando nos rendimos ante la realidad y lo hacemos con humildad y sencillez. La única forma de cambiar la realidad, curiosamente, es aceptandola. No podemos transformar lo que ya ocurrió. Las experiencias siempre pueden ser resignificadas y ser tomadas como punto de partida para nuevos rumbos, experiencias o derroteros. Puede que, en algunas ocasiones, no seamos responsables del dolor que tuvimos que experimentar; siempre será cierto que, nuestra responsabilidad será siempre sanar y trabajar porque las experiencias dolorosas, especialmente, las del pasado, una vez reconocidad e integradas, se conviertan en el punto de partida, para nuevos aprendizajes y para descubrir nuevos horizontes. Dentro de mí. Lates valiente. Gestando humanidad. Animando sin medida. Dentro de mí. Como soldado vigoroso. Renuevas promesas. Para lidiar batallas. Dentro de mí. Fortaleces pilares. Abres espacios. De esperanza y consuelo. Dentro de mí, te conviertes en Señor de horizontes. Dentro de mí, tú Jesús (David Cabrera sj) Francisco Carmona
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