Encontramos la vida, el día que después de escuchar la voz interior, que nos invita a ser nosotros mismos, decidimos emprender el camino que nos conduce al reencuentro con esa parte nuestra que quedó sepultada debajo del trauma que generó nuestra constelación familiar, de la máscara y de la sombra. Ese camino, no es otro que el desierto. Recordemos que, en la vida espiritual, “el desierto tiene mucho simbolismo. Es espacio de búsqueda y de silencio, de lucha y tentación. Es lugar de soledades e incertidumbres. Pero es también espacio de llamada, de respuesta y de encuentro. En el desierto el destino y Dios también no esperan y nos seducen”. Según los expertos, la vida se nutre de la verdad que configura nuestra existencia llenando el corazón de paz y armonía.Haz clic aquí para editar. Muchos, han encontrado la vida a través de una situación grave de conflicto, de una noche oscura de su alma. La vocación o la entrega al destino, en muy pocas ocasiones, es un cuento de hadas. La mayoría de las veces, todo ocurre en el marco de una lucha interior muy fuerte. Al respecto, conviene poner en el corazón las siguientes palabras: "Jung dijo que estar en una situación, en la que no hay salida o estar en un conflicto, donde no hay solución, es el clásico comienzo del proceso de individuación. Está destinado a ser una situación sin solución: el inconsciente quiere el conflicto sin esperanza para poner la conciencia del ego contra la pared, de modo que el hombre tenga que darse cuenta de que lo que haga está mal, de cualquier manera que decida estará mal. Esto pretende noquear la superioridad del ego, que siempre actúa desde la ilusión de que tiene la responsabilidad de decidir. Naturalmente, si un hombre dice, Oh, bueno, entonces simplemente dejaré ir todo y no tomaré ninguna decisión, sino prolongarme y escabullirme por todas partes, todo el asunto está igual de mal, pues naturalmente no pasa nada. Pero si es lo suficientemente ético como para sufrir hasta la médula de su personalidad, entonces en general, debido a la insolubilidad de la situación consciente, el Sí mismo se manifestará”.
Salir de la propia constelación y tomar la vida para desarrollarla, según la imagen interna que reposa en el corazón, es una de la tareas más dificiles que enfrenta un ser humano. Recordemos que, una constelación familiar es el lugar, la posición, que cada uno toma frente a una situación familiar dificil y la consiguiente dinámica qe se genera en el sistema familiar. Ese lugar se convierte en nuestro patrón de vinculación con los demás. La constelación abarca todos los aspectos de nuestra vida. Mientras más ligados estamos a la constelación familiar, más inconscientemente actuamos y, más nos resistimos al destino. Señala Marie Luise Von-Franz: “En lenguaje religioso se podría decir que la situación conflictiva, la oscuridad de la noche, está destinada a forzar al hombre a confiar en un acto de Dios. En lenguaje psicológico, la situación oscura, dificil, que el anima arregla con gran habilidad en la vida de un hombre, está destinada a conducirlo a una condición en el que es capaz de experimentar el Sí mismo, en el que estará abierto interiormente a una interferencia del tertium quod non datur (el tercero, que no se da, es decir, lo desconocido). De esta manera, como dijo Jung, el anima es la guía hacia la realización del Yo, pero a veces de una manera muy dolorosa. Cuando pensamos en el Anima como el guía del alma, somos capaces de pensar en Beatriz llevando a Dante hasta el Paraíso, pero no debemos olvidar lo que experimentó, sólo después de haber pasado por el infierno. Normalmente, el anima no toma a un hombre de la mano y lo lleva directo al Paraíso; ella lo pone primero en un caldero caliente donde está bien asado durante un tiempo. ” Una de las mayores tentaciones del alma, cuando se trata de ir hacia el propio destino, consiste en creer que, como está en consonancia con la vida, todo irá bien, no habrá problemas y las cosas resultarán a “pedir de boca”. A veces es así, pero en la mayoría de las ocasiones, todo es resultado de mucho esfuerzo. La expresión, lo que está en consonancia contigo será fácil, resulta falsa la mayor parte del tiempo. El sentido de la vida es una lucha permanente contra las influencias de nuestra constelación familiar, de las heridas que no sanamos, de la vida no vivida y de la incertidumbre. A través del combate, de la lucha interior, llegamos a la certeza de que sólo en Dios está la fortaleza para seguir adelante y, no abandonar el camino. El despertar de la consciencia es el resultado del trabajo interior constante. Para que pueda surgir en nosotros algo, que realmente valga la pena, es necesario invertir en el cuidado del alma. Muchos, dice Anselm Grun, “invierten en información y en experiencias hasta el punto de atragantarse”. El exceso de información, la mayoría de las veces, en lugar de movilizar termina paralizando. Quedarnos buscando la información precisa y la experiencia realmente transformadora, evita que asumamos el protagonismo de la transformación de nuestra vida y la conversión de nuestro corazón. La sed no se calma pensando en lo que vamos a tomar, sino dirigiéndonos a la fuente, a aquella que nos ofrece lo que el alma necesita y la hace reposar. Como la samaritana, necesitamos decir: “¡Señor, danos de esa agua!” Muchos desperdician la vida en el afán de reconocimiento, de ser considerados valiosos, de ser protagonistas en las misiones o encargos que reciben, Mientras más afán de satisfacer las necesidades del Ego, más ira, desazón y más dificultades para crear vinculos sanos con la familia y los colaboradores. La conexión con la vida se produce cuando nos atrevemos a mirar hacia el interior y nos reconocemos como somos. Escribe Joan Garriga: “Verse y reoncocerse a uno mismo en la propia verdad es bendición, autoestima plena y sabiduría; ver y reconocer al otro tal como es también es bendición y amor”. Para vivir la bendición del encuentro con los demás, necesitamos experimentar que nuestra vida es una bendición así como es, así como se revela. La energía vital, la capacidad de conectar con la vida, se estanca, cuando nos dedicamos a mirar hacia fuera y mantenemos el temor a descubrirnos a nosotros mismos, a la verdad que nos habita. Muchas personas enferman porque tienen miedo a revelarse, a mostarse como realmente son, prefieren mentir sobre sí mismas y, es que, desde pequeños, aprendieron a sentirse inadecuados en el mundo inadecuado de los adultos que, entretenidos en su afán de amasar prestigio, se olvidaron de las almas pequeñas que tenían que cuidar y acompañar. La vida se mantiene en equilibrio, dice Anselm Grun, cuando soy capaz de transformar lo que llega a nuestra vida en más vida. La energía fluye cuando doy un poco más de lo bueno que recibo y, cuando al recibir algo que considero malo, soy capaz de transformarlo. Recibimos la vida para multiplicarla, porque esta es la forma más segura de conservarla. Quien se reserva la vida, la pierde y, quien la entrega, la gana. No me dejes seguir con esta pena de tener empeñado mi destino; no me dejes que sangre en el camino soportando a mis pies dura cadena. Este sombrío andar, esta condena que agrava el maridaje de mi sino, me representa al débil peregrino perdido en la maraña de la escena. No me dejes en mar y a la deriva, que frágil es mi barca a la inclemencia y al azote falaz del enemigo. Te busco en la razón de una evasiva con que sembrar la paz en tu presencia: savia seré de amor, pero contigo (Nicolás del Hierro)Francisco Carmona
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