Antoine de Saint Exupéry escribe: “No conozco más que una libertad y es la libertad de la mente”. Muchos de nosotros podemos quedar atrapados en los recuerdos dolorosos que la mente se encarga de traer una y otra vez a la consciencia. Así, muchos creen estar sanos cuando en realidad, no hacemos otra cosa que evidenciar la presión en la que se encuentra el corazón. Nuestro corazón puede quedarse atrapado en la desvalorización, en la traición, en el abandono, en la pérdida, en el fracaso, etc. La mente puede ser nuestro carcelero más cruel, si le damos oportunidad. Mientras más intenso es el dolor que deseamos evitar, más fuerte es la acción de la mente. No en vano, la espiritualidad recomienda aprender el silencio de la mente como una forma de mantenernos en la Presencia viva de Dios. Un samurái caminaba un día con su perro cuando, de repente, éste, enseñando los colmillos por primera vez, se puso a ladrar furiosamente en su dirección. Sorprendido e irritado, el samurái sacó su sable y le cortó de un tajo la cabeza al animal. Pero, en vez de caer al suelo, la cabeza salió volando hasta un árbol situado detrás del guerrero y apresó entre sus mandíbulas una serpiente que se disponía a morderle. Comprendiendo entonces que, su perro no hacía sino avisarle del peligro que le amenazaba, el samurái, desconsolado, lamentó amargamente su gesto irreparable. Añadió el Maestro: es fácil interpretar mal el sentido de un hecho y luego, tomando su propia versión por la realidad, reelaborarlo haciendo de él una verdad.
En la película “asesino mediático”, la mamá de uno de los asesinos se quedó atrapada en el dolor que le produjo la muerte accidental de su hija. Cuando nace un segundo hijo, la mamá hace todo lo que está a su alcance para convertirlo en una niña. Esta madre no ve a su hijo, solo tiene corazón para su hija y, por esa razón, maltrata e incurre en toda serie de prácticas que, sin ser su propósito, terminan deformando la psique de su hijo hasta convertirlo en un asesino serial. El corazón del hijo también se queda atrapado en el dolor, en la humillación y el maltrato recibido de la madre hasta el punto de asesinar a jovencitas que, de una u otra forma, se asemejen a su hermana. Un corazón atrapado en la angustia y, en el afán de evitar ser descubierto en la mentira, puede llegar a inmolar a su propio hijo. La mente puede hacernos pasar, si no aprendemos a silenciarla, por experiencias sumamente dolorosas. Lo que hoy llamamos personas toxicas son, en realidad, personas con una necesidad excesiva de control. El origen de esta necesidad está en una experiencia de traición o abandono. También en una infidelidad o traición no admitida. Lo que no se admite termina torturándonos mentalmente. Las reacciones desproporcionadas son producto de la desconfianza que las personas controladoras o toxicas sienten hacia la vida y, lógicamente, hacia ellas mismas. Estas personas quieren saberlo todo, controlarlo todo y, cuando eso no sucede, reaccionan dramáticamente, con violencia y con graves acusaciones hacia el entorno. En la mente de estas personas está presente todo el tiempo el siguiente discurso: “No puedes confiar en nadie, cuando menos lo pienses, te traicionarán y te harán daño. Tienes que estar siempre vigilante. Si pasa algo malo será tu culpa por no haber estado atenta”. Este discurso, no solo perturba a quien lo escucha en su interior, sino que también resulta incómodo para quienes están alrededor pues, todo el tiempo se sienten acusados. La pérdida de confianza en la vida, inevitablemente, nos lleva a dejar de pensar y actuar por nosotros mismos. El miedo a que nos defrauden o abandonen se vuelve nuestro consejero y también el artífice de nuestras reacciones desproporcionadas. Lo que el miedo no calcula es que, termina provocando aquello que tanto teme. Cuando dejamos de actuar por nosotros mismos, para hacerlo desde el miedo, terminamos perdiendo el sentido de plenitud de la vida. Resulta muy doloroso convertirse en prisionero de los pensamientos que nos hacen creer que, a nuestro alrededor hay personas que todo el tiempo nos engañan, son desleales, buscan hacernos daño o humillarnos. No hay mayor tirano que una mente perturbada, inundada por el temor. Joan Chittister escribe: “Es muy fácil adoptar la postura de pensador cuando uno en realidad no es más que un consumidor de pensamientos ajenos (de mis padres, del propio cónyuge, del acompañante espiritual, entre otros) cuando copiamos las ideas ajenas, repetimos las ideas de otros, no discernimos nada, no trazamos nuevos caminos mentales por nosotros mismos y nos tragamos cualquier cuento chino, no sólo estamos esclavizados, sino que somos clones de quienes nos rodean, aunque pretendamos ser nosotros mismos”. A veces, es muy difícil reconocer, de quien es la voz que nos habita. Una mujer, después de un largo trabajo interior, pudo reconocer que, su afán de estar por encima de sus parejas, provenía de su primera pareja que una y otra vez le repetía: “¡nadie se va a fijar en un ser tan inútil como usted!” Aceptar que Dios nos invita a ser libres frente a los contenidos perturbadores de la mente es algo que requiere mucha generosidad de corazón. No es una tarea fácil. Cuando tomamos distancia de los contenidos perturbadores de la mente, estamos en el camino que nos conduce a ser nosotros mismos. Para permanecer en el camino de la libertad, es necesario que, aprendamos a dialogar con las voces que nos perturban, que nos inquietan, que intentan despertar el miedo en el corazón y en el alma. Cuando somos capaces de cuestionar las ideas que llevamos en el corazón entonces, estamos creciendo en libertad. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de aumentar su riqueza interior mediante el contacto con su corazón, con la divinidad, que habita allí, donde pocas veces nos atrevemos a descender. Muchas personas prefieren seguir atadas a la esclavitud que la mente crea porque se sienten extraños siendo ellos mismos y, porque temen que los demás los rechacen al verlos diferentes. Esta es también una de las razones por las que las personas se resisten al cambio. Verse diferentes les asusta. Ahora, viene la pregunta: ¿de qué me sirve estar en medio de las personas que quiero, sino puedo ser yo mismo? A veces, resulta muy costoso estar con alguien. Con frecuencia, encuentro personas que, se alejan de su pareja, de su familia, de su círculo de amigos para poder respirar un poco y sentir que no se han perdido a sí mismos. Así, como necesitamos compañía, también necesitamos algo de soledad. La dependencia o la autonomía, cuando son excesivas, pueden terminar convertidas en un trastorno. Cuando la mente nos convence de que no tenemos derecho a ser nosotros mismos porque tenemos pareja o hijos, estamos no sólo ante una situación difícil o encrucijada sino también ante un verdadero autoengaño. Diche Chittister: “Tenemos tanto derecho a ser influidos por nosotros mismos, como somos influidos por los demás”. Añadiría, más influenciados por nosotros mismos que, por los demás. De la espiritualidad aprendemos: “A veces, tenemos que aceptar determinadas cosas en la vida: arriesgarnos a hacer el ridículo, soportar la oposición, creer algo distinto de lo que creen los demás… esto supone a menudo recorrer en solitario un camino que únicamente transitan quienes son libres ante sus propios pensamientos y la necesidad de ser aprobados por los demás”. Cuando nos liberamos de la tiranía de la mente, encontramos la forma de realizar la invitación del evangelio: Ser nosotros mismos en conexión con el corazón y con Dios. No pida yo nunca estar libre de peligros, sino denuedo para afrontarlos. No quiera yo que se apaguen mis dolores, sino que sepa dominarlos mi corazón. No busque yo amigos por el campo de batalla de la vida sino más fuerza en mí. No anhele yo, con afán temeroso, ser salvado sino esperanza de conquistar, paciente, mi libertad ¡No sea yo tan cobarde, Señor, que quiera tu misericordia en mi triunfo, sino tu mano apretada en mi fracaso! (Rabindranath Tagore) Francisco Javier Carmona
0 Comentarios
Dejar una respuesta. |
Una producción de Francisco Carmona para acompañar a quienes están en busca de su destino.
Haz clic y visita nuestro canal de podcast, podrás escuchar todos los episodios completos.
Haz parte de nuestro grupo de suscriptores y recibe en tu WhatsApp la reflexión diaria.
Escanea o haz clic en el siguiente enlace
Filtrar Contenido
Todos
|