Desde hace unos meses, vengo contemplando el tema de la esclavitud en la que, por muchos años, puede estar viviendo el corazón. Esta semana en el taller de constelaciones, pude ver lo siguiente: una mujer de 40 años que aún vive en el abuso que vivió a los 5 años, un hombre de 52 que aún vive en el secuestro que afrontó a los 40 años, una mujer que aún vive en la ideación de muerte que tuvo a los 22 años y, finalmente, otro que aún está atrapado en la desvalorización que vivió a los 6 años. Estas realidades existenciales nos mantienen en la confusión, en el exilio de nosotros mismos. Por eso, volví al texto de Zaqueo, el hombre atrapado en su riqueza que, acoge a Jesús en su vida y, de inmediato, comienza para él una nueva vida. La conexión con nosotros mismos, con nuestra identidad profunda representada en Cristo es la que produce la auténtica libertad y hace posible la manifestación de lo que realmente somos. Los años como profesor de teología me permitieron conocer a Etty Hillesum. Para mí, ella es una viva imagen del corazón que va caminando en medio de la oscuridad, la nostalgia de sí mismo y la angustia provocada por el desorden afectivo. A mayor desorden, mayor confusión acerca de nuestra identidad. El caos impide que veamos con claridad quienes somos y cuál es el propósito de nuestra existencia. En medio de las dificultades que provoca el antisemitismo, empieza a buscar los cimientos sólidos sobre los que puede construirse a sí misma. Después de un período de hacerse consciente de lo que ha sido su vida escribe: “Dentro de mí hay un pozo profundo. Y ahí dentro está Dios. A veces puedo llegar hasta Él, pero otras veces hay piedras y escombros que ciegan el pozo... Entonces hay que desenterrarlo de nuevo” El orden en los afectos va permitiendo que el corazón dejé de estar centrado en sí mismo, se oriente y se dejé guiar por Dios.
“Hubo una gran sequía donde vivió [Richard] Wilhelm; durante meses no había habido una gota de lluvia y la situación se volvió catastrófica. Los católicos hicieron procesiones, los protestantes rezaron y los chinos quemaron palitos de joss y dispararon armas para asustar a los demonios de la sequía, pero sin resultado. Finalmente, los chinos dijeron, Vamos a buscar al hacedor de lluvia. Y de otra provincia apareció un anciano seco. Lo único que pidió fue una casita tranquila en algún lugar, y allí se encerró durante tres días. En el cuarto día las nubes se reunieron y hubo una gran tormenta de nieve en la época del año cuando no se esperaba nieve, una cantidad inusual, y la ciudad estaba tan llena de rumores sobre el maravilloso hacedor de lluvia que Wilhelm fue a preguntarle al hombre cómo lo hizo. En la verdadera moda europea dijo: Te llaman el hacedor de lluvia; ¿me dirás cómo hiciste la nieve? Y el hacedor de lluvia dijo: Yo no hice la nieve; yo no soy responsable. Pero, ¿qué has hecho estos tres días? Oh, puedo explicar eso. Vengo de otro país donde las cosas están en orden. Aquí están fuera de servicio; no son como deberían ser por ordenanza del cielo. Por lo tanto, todo el país no está en Tao, y tampoco estoy en el orden natural de las cosas porque estoy en un país desordenado. Así que tuve que esperar tres días hasta que estuviera de vuelta en Tao y luego naturalmente vino la lluvia (C.G. Jung) En la psicología del alma se tiene presente el siguiente principio: “Mirar hacia dentro para encontrarnos a nosotros mismos, para encontrar nuestro camino hacia adelante, para encontrar nuestro verdadero norte y, no perder nuestro camino”. Dice Jung: “El que mira fuera sueña. El que mira dentro despierta”. El corazón de Etty se esfuerza, dice un comentarista del diario de Etty, denodadamente, para encontrar el núcleo donde anclar su identidad. El 18 de mayo de 1942, Etty Hillesum escribe: “Me cobijo en torno a la oración como un muro oscuro que ofrece reparo, me refugio en la oración como si fuera la celda de un convento; ni salgo, tan recogida, concentrada y fuerte estoy. Este retirarme en la celda cerrada de la oración, se vuelve para mí una realidad siempre más grande, y también un hecho siempre más objetivo. La concentración interna construye altos muros entre los cuales me reencuentro yo misma y mi totalidad, lejos de todas las distracciones. Y podré imaginarme un tiempo en el cual estaré arrodillada por días y días, hasta no sentir los muros alrededor, lo que me impedirá destruirme, perderme y arruinarme”. Etty comienza a darle orden a su vida a los 23 años. En esta proceso fue guiada por Julius Spier, un psiquiatra de orientación junguiana. En la psicología propuesta por Carl Gustav Jung, la realidad psíquica del alma y su condición espiritual no son opuestos; al contrario, la esencia de la vida psíquica está marcada profundamente por el anhelo de Dios. Aunque la psicología es secular, el alma es profundamente religiosa, ella anhela el contacto con una realidad que la abarque, no sólo en lo externo, sino también en lo profundo. Cuando damos orden a nuestro mundo interior logramos poner nombre a nuestro ser y estar en el mundo. La realidad existencial nos define y, también, nos atasca hasta el día que, animados por el Espíritu, por el anhelo de algo más, bajamos del árbol donde estamos subidos, para que Cristo entre en nuestra casa, en nuestro ser. Nadie emprende la tarea de dar orden a su mundo interior, si primero no se escucha a sí mismo. Lo anterior, supone una lucha titánica contra lo que ha sido nuestra existencia. Pasar a una nueva vida es algo que, en muchas ocasiones, crea una enorme deuda de culpa que, cuando menos lo pensamos, se traslada a nuestro mundo económico y familiar. A través de la escucha de nosotros mismos, la que se realiza cuando vamos al acompañamiento espiritual, a la terapia, a los encuentros de formación, a los retiros podemos ir al descubrimiento de nosotros mismos y, lógicamente, a un encuentro auténtico con Dios. Morir a nosotros ego y, dejar morir las falsas imágenes de Dios, es algo que cuesta mucho. Al igual que Víctor Frankl, Etty experimenta el dolor de la pérdida. Mientras Frankl piensa en quitarse la vida, Etty cae gravemente enferma. Frankl entiende que, su vida tiene sentido cuando ayuda a otros a encontrar el sentido de su vida. En el diario de Etty, encontramos lo siguiente: “Una pérdida irreparable para la que solo encuentra fuerzas con el corazón puesto en Westerbork, hacia donde apunta su mediación y su misión. El 20 de noviembre del cuarenta y dos, recuperada la salud, regresa al campo. En medio del horror, se desvive por ser alma y bálsamo en medio de la miseria, la soledad y la tortura: quiere ser el corazón pensante de los barracones. Etty ha descubierto el amor como vínculo y fuente de solidaridad; también, experimenta la gracia de saber salir de sí misma, de traspasar las alambradas y poner los ojos en el cielo para descubrir la belleza de la creación”. Cada vez que abrimos el corazón a algo más grande, a Dios, nuestros proyectos personales desaparecen y aparecen, ante el asombro de nuestros ojos, los planes de Dios. A Jonás, a Mateo, a Zaqueo, entre otros, les ha tocado dejar a un lado los planes personales para abrir su corazón a los planes de Dios. Sólo el corazón, que ha intentado dar el paso, comprende el misterio que hay sustentando la nueva vida. En el diario de Etty encontramos: “Es lo único que podemos hacer, Klaas. No veo otra alternativa: cada uno de nosotros debe ensimismarse y destruir en sí mismo todo cuanto piensa destruir en los demás. Y recuerda que cada átomo de odio que añadimos a este mundo lo hace aún más inhospitalario. Y tú, Klaas, el viejo y tenaz luchador de clases, que es lo que siempre has sido, consternado y desconcertado a un tiempo, dices: Pero eso... ¡eso no es más que cristianismo!. Y yo, divertida por tu confusión, replico serenamente: “Sí, cristianismo, ¿por qué no?” (20 de septiembre de 1942. Domingo por la noche) El Corazón, una vez que dice: ¡Sí! a Dios, empieza a sentir que, la vida apenas comienza. El miedo a ser otros, paraliza la transformación de muchos corazones. Los que asumen el reto, descubren que, antes estaban muertos y, ahora, regresaron a la vida. En el libro, en compañía de Etty, encontramos el siguiente texto: “Etty progresa feliz en Westerbork. Desde esta mirada pacificadora, anclada en el corazón del Dios ante el que un día se sorprendió arrodillada, se proyecta a quienes, como ella, son víctimas del Holocausto. Y lo hace con la conciencia de que su amor, su ausencia de rencor, su tortura, su dolor, en definitiva, su muerte están engarzados en ese momento histórico inevitable para eclosionar en un nuevo futuro, una vida nueva que apenas comienza[...] Gratitud, siento de pronto una fuerte gratitud… Dios mío, tómame de tu mano, te acompaño sin resistirme. No rehuiré nada de lo que me llegue en la vida, lo asimilaré con todas mis fuerzas, pero dame de vez en cuando un breve instante de tranquilidad… Me gusta estar protegida por el calor y la seguridad, pero tampoco me rebelaré si entro en el frío, siempre y cuando sea de tu mano. Iré a todas partes de tu mano y quiero procurar no tener miedo. Intentaré irradiar algo del amor, del verdadero amor humano que hay en mí, en cualquier parte que esté… Prometo que viviré al máximo esta vida y que seguiré adelante. A veces pienso que mi vida empieza ahora mismo (Etty Hillesum) Francisco Javier Carmona
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