Hace pocos días, un hombre que había sido operado por un cirujano, al ver que la cicatriz se había convertido en un queloide decidió matar al médico que lo había operado. Uno de los riesgos que se asume al operarse es, precisamente, que la cicatriz tome la forma de queloide. Pienso en la impresión que, debió causarle a este hombre ver que su pene había tomado una forma poco agradable para los ojos. Es difícil prever que esto suceda. La psicología enseña que, nadie puede controlar el surgimiento de las emociones. Menos aún, en una circunstancia como esta. ¿Por qué grita la gente cuando está enojada? – preguntó el maestro. Porque perdemos la calma, por eso gritamos... -, contestó un discípulo. Pero... ¿Por qué gritar si la otra persona está a tu lado? -, volvió a agregar el maestro. Nadie contestó esta vez y el maestro entonces dijo: Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir dicha distancia deben de gritar para escucharse. Cuanto más enojados estén, más alejados estarán y tendrán que gritar más para poder escucharse el uno al otro. Sin embargo, cuando dos personas se enamoran, se hablan suavemente porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña. Cuando discutas, no dejes que tu corazón se aleje. No digan palabras que te distancien más, pues llegará algún día en que la distancia será tanta que no podrás encontrar el camino de regreso.
En el mundo de las caricaturas y de los videojuegos existen una figura muy simpática llamada AKUMA. Por Akuma, entendemos al demonio que se despierta en nosotros cuando no somos capaces de contener las emociones y, nos vemos desbordados destructivamente por ellas. El hombre que asesino al cirujano, al ver la forma que había tomado su pene, después de la aparición del queloide, decidió que este hombre debía morir. El Akuma cuando surge, decreta la destrucción de todo aquel que ocasiona dolor y, de todo aquello, que haga parte del entorno de quien sea considerado el victimario. El desbordamiento emocional nubla la consciencia y la persona cree que está actuando justamente y, en defensa propia. La baja autoestima y una identidad débil son propicios para que una persona pierda fácilmente el control sobre sus emociones y sea incapaz de reaccionar asertivamente ante eventos cuyo control están fuera de su alcance. Cuando el Akuma desaparece, las personas quedan bajo el dominio de la culpa, la inseguridad o el remordimiento. Muchos logran reconciliarse y darle un giro positivo a su vida. Otros, en cambio, se quedan atrapados y terminan intentando quitarse la vida. El mal no existe como una entidad fuera de nosotros. No es una fuerza que nos gobierne externamente. El mal somos nosotros cuando somos incapaces de abordar el dolor y curarlo. Al respecto, dice Carl Gustav Jung: “La naturaleza humana es capaz de una cantidad infinita de maldad... Hoy más que nunca es importante que los seres humanos no desatiendan el peligro del mal que los habita. Es algo desafortunadamente muy real, y es por esto que la psicología debe insistir en la realidad del mal y rechazar cualquier definición que lo considere como insignificante o realmente inexistente” Un hombre pierde a su esposa. No soporta ni el dolor ni la impotencia frente a la muerte. Según él, es posible devolverle la vida a la esposa; para lograrlo, necesita apoderarse de dos poderes que están presentes en el alma del ser humano: el poder de la creación y el poder de la destrucción. Orden y caos pertenecen al mismo ámbito de la vida. Este hombre, enceguecido por el dolor, dedica su vida a akumatizar a quienes víctimas de su frustración no logran tener control sobre sus emociones viéndose desbordados por ellas. La conexión emocional trae luz al alma. Donde hay luz, el alma trata a los demás con bondad y, aunque haya adversidades, el alma está tranquila. En cambio, donde hay desconexión, el alma no logra estar en paz y, mucho menos, serena. Desconfía de todo, ve maldad y persecución a su alrededor la mayor parte del tiempo. Donde el alma está desconectada, también hay una gran dosis de inquietud, de ceguera frente a los comportamientos y actitudes que, en lugar de paz, traen conflicto. El caos y la desconexión sirven al Ego y al poder que los débiles pretenden alcanzar. La conexión por su parte está al servicio de la vida. Nos recuerda la filosofía budista que el dolor se puede curar y, la espiritualidad es el camino adecuado para hacerlo. La espiritualidad comienza cuando somos conscientes de nuestra condición humana que, entre otras, tiene en la vulnerabilidad y la debilidad dos características sumamente importantes. El mal comienza a perder su poder cuando el corazón se abre al asentimiento. Ante lo que no podemos cambiar, no cabe otra actitud que rendirse, aceptar y avanzar. Persistir en lo que no puede ser de otra manera, no solo nos descompensa, sino que nos arrastra hacia experiencias, actitudes y actos que, bajo otras condiciones, no nos atreveríamos a recorrer. No hay nada que cause más dolor y sufrimiento que la resistencia a aceptar las cosas como son. Las perdidas hacen parte de la vida y no asumirlas puede terminar enfermándonos, sacándonos fuera de nosotros mismos y, convirtiendonos, sin que sea nuestro proposito consciente, en seres que hacen daño a otros con el dolor que ellos no logran soportar. El dolor hace parte de la vida humana. Hasta el momento, nadie está habilitado para no ser tocado por el dolor en algun momento de la vida. Si estamos habilitados para transformar el dolor y, a pesar de la presencia de él en nuestra vida, podemos siempre amar, acoger, perdonar y vivir plenamente. Piensa que estás en manos de Dios, tanto más fuertemente agarrado, cuanto más decaído y triste te encuentres. Vive feliz, te lo suplico. Vive en paz. Que nada te altere. Que nada sea capaz de quitarte tu paz. Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales. Haz que brote y conserva siempre en tu rostro una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor continuamente te dirige. Y en el fondo del alma coloca, antes que nada, como fuente de energía y criterio de verdad, todo aquello que te llene de la paz de Dios. Recuerda: cuanto te reprima o inquiete es falso. Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de las promesas de Dios. Por eso cuando te sientas apesadumbrado y triste, adora y confía... (P. Theilard de Chardin)Francisco Carmona
0 Comentarios
Dejar una respuesta. |
Una producción de Francisco Carmona para acompañar a quienes están en busca de su destino.
Visita los canales de podcast en la plataforma de spotify y reproduce todos los episodios.
Haz parte de nuestro grupo de suscriptores y recibe en tu WhatsApp la reflexión diaria.
Escanea o haz clic en el siguiente enlace
Filtrar Contenido
Todos
|