Alec es un periodista. Desde niño tenía el sueño de ser el presentador del canal de televisión más importante de su país. Realizar su sueño fue muy fácil. Su manera sencilla de vestir, camiseta azul con cuello en forma de V y pantalones blancos lo hace muy cercano a la gente. A veces, usa una peluca dorada que, no sólo combina con su tez morena sino que le da un aire que, le provoca la sensación de grandeza. Alec es el presentador de los programas el mejor chef del mundo, el reto y verdades alternativas, programas que gozan de un alto rating. Alec es el símbolo de la realización de los sueños. Existía un próspero reino en el norte de la India. Su monarca había alcanzado ya una edad avanzada. Un día hizo llamar a un yogui que vivía dedicado a la meditación profunda en el bosque y dijo: Hombre piadoso, tu rey quiere que tomes esta caña de bambú y que recorras todo el reino con ella. Te diré lo que debes hacer. Viajarás sin descanso de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y de aldea en aldea. Cuando encuentres a una persona que consideres la más tonta, deberás entregarle esta caña. Aunque no reconozca otro rey que mi verdadero yo interior, señor, habré de hacer lo que me dices por complacerte. Me pondré en camino enseguida. El yogui cogió la caña que le había dado el monarca y partió raudo. Viajó sin descanso, llegando sus pies a todos los caminos de la India. Recorrió muchos lugares y conoció muchas personas, pero no halló ningún ser humano al que considerase el más tonto. Transcurrieron algunos meses y volvió hasta el palacio del rey. Tuvo noticias de que el monarca había enfermado de gravedad y corrió hasta sus aposentos. Los médicos le explicaron al yogui que el rey estaba en la antesala de la muerte y se esperaba un fatal desenlace en minutos. El yogui se aproximó al lecho del moribundo.
Con voz quebrada pero audible, el monarca se lamentaba: ¡Qué desafortunado soy, qué desafortunado! Toda mi vida acumulando enormes riquezas y, ¿qué haré ahora para llevarlas conmigo? ¡No quiero dejarlas, no quiero dejarlas! El yogui entregó la caña de bambú al rey. Thomas Astruc define la personalidad de Alec en los siguientes términos: “Le gusta presentar en televisión y tiende a ser optimista. A veces, puede ser insensible sin querer. Cuando se siente incompetente pierde los estribos y comienza a burlarse de las personas, llega incluso a ridiculizarlas delante de los demás. A pesar de esta oscuridad, cuando se da cuenta de que alguien corre peligro, no duda en salir a ayudar aunque ponga su vida en riesgo. En términos generales, tiene buena relación con los demás, incluidos sus compañeros de trabajo a quienes siempre respeta y hace respetar” El sentimiento de incompetencia es el momento preciso para la aparición de Hawk Moth. Cuando Alec es akumatizado se convierte en un ser oscuro que se burla de los demás, de sus sueños y de la incapacidad para realizarlos. Hace sentir a los demás como una basura. Bajo el poder del Akuma, se conecta con el niño que recibía burlas en su casa y entre sus amigos cuando les decía que, algún día, seré el presentador de la televisión y del canal más importante del país. El Akuma hace que Alec transfiera los demás, los sentimientos del niño herido que lleva en su interior. Cuando se libera del Akuma, vuelve a conectar con el ser humano que alcanzó sus sueños y ayuda a otros a hacer lo mismo. Conectado consigo mismo, Alec inspira a los demás a alcanzar sus sueños. Alec insiste, en su discurso que, no podemos abandonar nuestros sueños aunque seamos ridiculizados. Siempre está diciéndole a las personas que no pueden desperdiciar la vida haciendo caso a los comentarios de personas que, renunciaron a la vida que anhelaban por cumplir las expectativas ajenas. Alec insiste, una y otra vez, a las personas que lo siguen, que nunca abandonen sus sueños porque al hacerlo, también abandonan su vida y, el único camino que les queda es abrazar el sufrimiento. Nos dice Xavier Melloni: “En los Evangelios se dice que quien quiera seguir a Jesús debe morir a sí mismo. Jesús también tuvo que morir; si no, no hubiera habido resurrección. Nosotros también tenemos que morir con Él para desprendernos de nuestra autorreferencia. Si deseamos participar de la plenitud de Jesús, debemos de pasar por esa muerte. Pero esa muerte no es nuestra disolución sino nuestra liberación. Una vez más recurrimos a la imagen de la gota de agua: cuando se funde en el mar pierde su contorno, pero no pierde su acuidad. Nosotros pensamos que somos el contorno y nos identificamos con él, pero en verdad somos el agua que está dentro de ese contorno y lo que hay que soltar es esa membrana, que no es lo que somos sino lo que limita lo que somos. Quien lo entienda, que camine confiadamente en la clave de la no-dualidad; a quien no le resuene, que no se agobie, porque ya se le dará a entender. Pero quisiera transmitir que el paradigma de la no-dualidad no va en contra del cristianismo, sino que, al contrario, pone al alcance de todos lo que antes solo era para los místicos. La novedad del tiempo presente es que lo que hasta ahora había sido el punto de llegada, hoy está llamado a ser punto de partida. Los textos de Teresa de Jesús, de Juan de la Cruz, del Maestro Eckhart, que solo leía una minoría, hoy son necesarios para que pueda caminar la mayoría. Ahora bien, tampoco se pueden banalizar. Sin la muerte del yo no hay experiencia mística. Para adentrarse en ese bien mayor hay que dar un salto de confianza y atravesar esa muerte, que tampoco le fue ahorrada a Jesús. ¿Es solo para los místicos esa experiencia o es tiempo de que la hagamos todos? Lo que era antes punto de llegada, es ahora punto de partida, solo así podremos ser plenamente humanos”. Los adultos, a veces, sin darnos cuenta, con nuestras reacciones, vamos inoculando en los niños el sentimiento de insuficiencia o incompetencia. En Alec están representados todos los niños que, tuvieron que ver a los adultos frustrados en sus elecciones, descargar sobre ellos su frustración a través del “No puedes”, “Deja eso para gente más inteligente que tú”, “La vida no le da oportunidad a los soñadores sino a los trabajadores”, etc. Aunque Alec alcanza lo que se ha propuesto, en él sigue habitando y martillando, de vez en cuando, el dolor. De ahí que, cuando las cosas se salen de cauce, trate a los demás como él fue tratado de niño. La forma como herimos y ridiculizamos a los demás, la mayor parte del tiempo, da cuenta de la herida que llevamos desde niños en el alma y en el corazón. En ocasiones, para protegernos de la ridiculización podemos llegar a esconder nuestra habilidades. Hace ya unos buenos años, escuchaba con frecuencia a una persona repetir: “Nunca muestres tus habilidades delante de los demás porque querrán aprovecharse de ti pidiéndote hacer cosas y ya no tendrás tiempo para ti”. Después de unos años, esta persona cayó en una adicción profunda al alcohol. El alma se resiste, a su modo, a que le prohíban ser ella, +expresarse, brilla con sus dones y talentos. La felicidad se pone cuesta arriba para quien oculta sus dones en lugar de iluminar con ellos su propia vida y la del entorno donde se encuentra. Dice Mandela: “Nacimos para manifestar nuestra luz, no nuestra oscuridad” Porque sé que nací para salvarme y tengo que morir –es infalible–, porque dejar de verte y condenarme solo con otro dios será posible, por eso río, duermo, quiero holgarme, Señor, y tengo amor a lo visible. Y solo me pregunto en qué me encanto cuando huyo de la vida por ser santo (José Luis Blanco Vega)Francisco Carmona
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