Escribe Dani cuesta: “En la huerta de mi abuelo hay unos cuantos árboles frutales de distintas clases. Entre ellos, hay un manzano que cada año está más grande y frondoso. Si el año es bueno, da unas manzanas de un color rojo muy apetecible. Sin embargo, cuando se recogen y se comen, resulta que son unas manzanas bastante malas. Su textura es blanda y poco agradable y no tienen apenas sabor. Con todo, el árbol da muchísimas manzanas. Y, una vez que están maduras, hay que comerlas para no desperdiciarlas. La verdad que es algo bastante pesado y que no gusta demasiado, pero que conviene hacer para no desperdiciar la fruta. Recuerdo que, cuando era pequeño, mi abuelo solía decir que había que cortar ese manzano para plantar otro en su lugar que diera frutos mejores. Sin embargo, los años han ido pasando y el árbol no se ha cortado. Al contrario, se ha hecho enorme y da una muy buena sombra, aparte de ser bonito, sobre todo cuando está lleno de sus manzanas rojas”. Con frecuencia vienen a Constelaciones personas que desean encontrar una pareja para caminar con ella el resto de sus días. Aprendí que, la pareja existe en función del misterio de la muerte. Quien comprende la muerte, también comprende el sentido de la vida en pareja. Cuando muramos, la pareja no será necesaria porque ya estaremos plenos en la presencia de Dios. Mientras llega ese día, nos preparamos a través del compartir el camino y la vida con la persona que tomamos como la compañía adecuada para ir, serenamente, hacia Dios. Tomar pareja es mucho más que, tener a nuestro lado a alguien con quien compartir la sexualidad. Aprendemos a amar en la familia, maduramos en el amor en la pareja y llegamos a la plenitud del amor en la presencia de Dios.
Entre las personas que vienen a trabajar la relación de pareja encuentro que muchos creen que, la vida en pareja es romanticismo. Tiene algo de romanticismo y mucho de esfuerzo no sólo por dar amor, sino también por construirlo. Como dice una publicación en redes sociales: “Al final, no se trata del amor que sentimos, sino del amor que fuimos capaces de construir juntos”. Dice Andrea Luca: “El amor de pareja se va desgastando y sobrecargando por la presencia del niño interior herido de cada uno”. Muchas veces, detrás de la búsqueda del amor romántico, no hay un adulto, sino un niño que busca desesperadamente los brazos de sus padres. Me sorprende que, las veces que las parejas han constelado la infidelidad, después de ser abrazados por los padres, las personas terminan mirando más a la pareja y, menos, a la infidelidad. Si nos descuidamos, el amor de pareja puede ser como el manzano del que hago referencia al inicio de la reflexión. En un taller de constelaciones de pareja, un asistente aportó lo siguiente: “La infidelidad hace referencia a la incapacidad de una persona para crecer en el lugar donde está. Casi de inmediato, un agrónomo que estaba presente en el taller dijo: “cuando un árbol no crece, lo empezamos a cuidar de manera especial, para que llegue a la altura que corresponde”. La infidelidad es el signo del descuido propio que hay en la relación. Quien pierde el foco de la relación, termina convencido que puede estar con otras personas sin que suceda nada en la relación que tiene. Una pareja decidió llevar una relación abierta. Vinieron a consulta porque deseaban saber si eso les hacía bien o no. Habían comenzado a tener celos el uno del otro. El malestar nos dice, si lo que vivimos, corresponde o no al alma. Fácilmente, podemos llegar a desatender el amor. Muchos se casan con el deseo de construir un hogar, pero las preocupaciones y afanes del futuro pueden hacer que, la relación pase a un segundo plano y sea el trabajo o el bienestar económico los que tomen ese lugar. El amor se nutre del intercambio; donde no hay tiempo para el amor y la ternura, la relación se va diluyendo poco a poco. El día que, nos damos cuenta que estuvimos desaprovechando el amor, puede ser demasiado tarde. Un hombre en constelaciones dijo: “cuando me enteré que iba a ser papá, decidí renunciar a mis hobbies, a mi tiempo libre, a mi descanso porque tenía que ser muy responsable”. Ahora, la esposa y el hijo no lo reconocían porque andaba sumamente estresado y nervioso. Sin darse cuenta, se había separado de lo que ama profundamente. Escribe Anselm Grün. “El amor es entrega. Amamos aquello por lo que estamos dispuestos a entregarnos”. Solo cuando nos donamos podemos decir que, amamos realmente. Amar algo supone dejar el ego a un lado. Mientras el ego está presente, estamos haciendo cálculos y evitando ser generosos. Sabemos que nos entregamos cuando nos acompaña la sensación de que, en la vida las cosas fluyen. Donde hay estancamiento, estamos actuando desde un lugar diferente al del amor. Cuando tenemos algo que amar, la vida se hace valiosa, sentimos que nuestras luchas y esfuerzos, valen la pena. Quien no ama corre sin saber a dónde se dirige y, cuando hay dificultades, experimenta con mayor intensidad la soledad. Saber qué es lo que amamos salva la vida del vacío. Tenemos que asumir la tarea de vivir amando, ojala a tope, es decir, con generosidad. Cuando nos resistimos al amor, desperdiciamos la vida. Quienes se resisten al amor, experimentan que su vida espiritual es un sucedáneo. Escribe Anselm Grün: “Cuando los caminos espirituales están vacíos de amor, se parecen, como dice San Pablo, a campanas o platillos que sólo hacen ruido. Las personas llenas de ruido desperdician la oportunidad de entrar en contacto con la Fuente de la vida donde toda insatisfacción termina, donde todo desamor es transformado y, toda herida curada y convertida en perla”. El verdadero camino espiritual abre el corazón al amor, a un amor que nos sostiene, incluso cuando la frustración, la adversidad, el conflicto y la enfermedad amenazan con desbordarnos. Sólo el amor nos mantiene firmes y nos permite avanzar. Ese día, veremos cara a cara a Dios. Entonces las lágrimas se volverán sonrisas, las despedidas reencuentros y los anhelos abrazos. Ese día, volveremos a ver a los que se fueron antes de tiempo, a los familiares que no conocimos y a los amigos que tanto echamos de menos. Ese día, los enfermos no volverán a sufrir, nadie se sentirá solo, los migrantes podrán regresar a casa y los pobres saborearán la justicia. Ese día, la paz ganará a la guerra, la bondad no será cuestionada, la belleza deslumbrará y la verdad será desvelada. Ese día, el tiempo y espacio se fundirán en la eternidad, el amor ganará a la muerte y la vida resplandecerá para siempre (Álvaro Lobo sj)Francisco Carmona
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