En un taller de constelaciones, una mujer vino porque deseaba reconciliarse con su sistema familiar. Esta mujer deseaba que, sacáramos a toda su familia, a sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos. De manera especial, quería que fuera representada una tía. Cuando esto sucede, el consultante quiere hacer algo para reivindicarse frente al sistema familiar. Hubo un movimiento en la constelación que permitió preguntar: ¿alguien fue asesinado injustamente? La mujer respondió: llegaron unos tipos a matarme y, murieron dos hermanos. A mí, no me pasó nada. En Constelaciones, se dice que las personas que han hecho el bien y, las que han hecho daño, se vuelven parte del sistema. En la consciencia del sistema está la información de los que han ayudado al sistema a progresar y, también de los que han traído una carga enorme de sufrimiento. Puse a la mujer frente al asesino. Le pedí que dijera: “Tiene que haber un dolor y una rabia muy grande en ti para que decidieras que, quitar la vida de otros, alivia tu dolor. Desde el día que asesinaste a mis hermanos, haces parte de nuestro sistema. ¡Te veo!” Después de estas palabras, el representante del asesino dijo: “Me quiero acostar”. Le pido a la consultante que, por favor lo acueste. Cuando termina de acostarlo, la mujer hace el ademán de dispararle tres tiros y dice: ¡listo, ya está hecho! Todos nos conmovimos. Un escalofrío intenso se apoderó de la mujer y también recorrió todo el salón. Sentí el corazón profundamente estremecido. Le dije: “¿Mujer, sabes lo que acabas de hacer?” me dijo: ¡No! le digo: ¡Acabas de tomar venganza! ¿Querías que el sistema familiar viera que no dejabas impune la muerte de tus hermanos?
En la mitología se dice que, las personas que asesinan entran en el mundo del caos, de la confusión plena y del extravío. Cuando alguien quita una vida, pierde la propia. De ahí, la confusión. El asesino ya no sabe quién vive en su corazón: ¿Vive él o la persona a la que acaba de asesinar? El asesino, según la mitología, se convierte en un sujeto sin rostro. Para él, deja de existir la luz, queda condenado a vivir en la oscuridad. El dolor cuando no se atiende de forma adecuada toma la forma de la oscuridad. Los eventos dolorosos despiertan las creencias nucleares y éstas, inspiran actos que, sin darnos cuenta, terminan desfigurando nuestra verdadera identidad. La culpa cuando se apodera del corazón hace que, renunciemos a nuestra propia vida para entrar en contacto con las corrientes del mal, de la destrucción, que también hacen parte de nuestra vida psíquica. Orfeo pierde a su esposa, el día de bodas. Un pastor que deseaba a la mujer, ahora convertida en esposa, intenta violarla en la fiesta de bodas. Ella sale corriendo y, sin darse cuenta, pisa la cola de una serpiente venenosa y muere. Orfeo va por el mundo llorando su perdida. Al respecto, escribe Raine María Rilke: “Vivimos de modo trepidante. Mas debéis tomar el paso del tiempo como cosa sin importancia entre lo que para siempre permanece. Lo que transcurre aprisa pronto ha de pasar, tan sólo lo que queda nos incita. No pongáis, oh muchachos, vuestro arrojo en la velocidad, ni en el empeño de volar. Las cosas son apacibles: la oscuridad y claridad, la flor y el libro”. Cito el anterior poema para recordarnos que, frente al dolor que produce una perdida inestimable, el alma y el corazón pueden considerar alternativas diferentes a la venganza. El hombre que canta su dolor, le pone freno a la maldad, su corazón se expande y conmueve a los dioses que, castigan al pastor por su desenfreno. Seguir las historias que el Ego cuenta, trae más dolor. Después de lo que acaba de hacer la mujer, le pido que se acueste al lado del asesino que la toma de la mano como si fueran esposos. La venganza nos une al que nos hace daño y, nos separa de aquellos a los que amamos. Obrando de esta forma, perdemos para siempre la capacidad de amar y de cuidar a quienes decimos amar. En Constelaciones se afirma que, cuando el alma, no encuentra un camino por sí misma para sanar puede levantar la mirada y ver que, más allá hay una fuerza que nos abarca a todos y en la cual todos tienen un lugar. Allí, somos acogidos, sanados y reconciliados. Después de un acto de reconciliación, el asesino empuja a la mujer invitándola a levantarse. Cuando esta totalmente incorporada manifiesta: “Siento el corazón habitado por algo diferente, me da un calor agradable, siento más fuerza y, ¡siento amor!” Cuando somos abarcados por el Amor del Ser superior, de Dios, todo es diferente en nosotros y, en aquellos que han hecho el mal. Una vez que, experimentamos el amor de Dios en nuestro corazón, un amor que dispone los corazones para la reconciliación, donde los enemigos pueden darse la mano y sentir la paz que viene de Algo más grande que sus propios corazones, ya estamos listos para ir a Nazareth donde, según Dolores Aleixandre, podemos escuchar las palabras de sabiduría que, cultivadas en el corazón, no sólo nos permiten crecer y vivir auténticamente, sino que también nos disponen para dar la vida que viene de Dios. María es la mujer que sabe meditar la Palabra del Señor. En Nazareth podemos aprender, en el silencio de la vida sencilla, la fe del corazón, aquella que nos hace obrar conforme al querer de Dios, en lugar de obedecer al Ego. También en Nazareth podemos aprender a descentrarnos de nosotros mismos. Las cosas del corazón se conocen cuando dejamos de pensar en nosotros mismos y, en el afán de ser justos, buenos y estar por encima de los demás. Un corazón perturbado y centrado en sí mismo engaña, miente, actúa hipócritamente y, de manera especial, busca ser, ante los demás, el héroe de la historia, sin darse cuenta que, puede terminar convertido en villano. Amar es una arte que invita al corazón a darle un lugar a todos porque sabe que todos somos abarcados, que pertenecemos. En Nazareth aprendemos un lenguaje nuevo que cambia todo y da un sentido diferente a los acontecimientos. En Nazareth aprendemos que los pequeños son los primeros, que los juzgados y condenados por la sociedad son mirados compasiva y misericordiosamente por Dios. También aprendemos que el silencio, la escucha, la apertura y la sencillez son tesoros ocultos que nos acercan a Dios. La mujer que deseaba que el sistema viera como tomaba venganza por la muerte de sus dos hermanos, termina haciendo que el sistema vea a una mujer que, por la fuerza de la reconciliación se transforma y se experimenta a sí misma como un ser diferente. Un ser que, de ahora en adelante, puede vivir auténticamente y amando en libertad. En Nazareth nos damos cuenta que, el verdadero milagro es nuestra existencia vivida en amor y servicio. En Nazareth comprendemos que, hay un Dios que puso su morada en medio de nosotros para que fuéramos capaces de amar y de actuar como Él. Oh Dios, enséñame a actuar y a orar a tu modo. Tú que todo lo ves. Tú que todo lo oyes. Tú que todo lo sabes, a ti que todo lo experimentas en mí y conmigo, porque eres mi compañero y amado. Nada se te oculta. Tu amor para mí es luz, y bajo esta luz, Tú lo ves todo (Beatrice de Nazaret)Francisco Carmona
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