Emilie Agreste muere. Su esposo se resiste a la idea de continuar la existencia sin la compañía de quien fuera el amor de su vida. El dolor de la perdida hace que el esposo utilice el poder de la transformación para akumatizar a otros. El esposo cree que, a través de la expansión del dolor, puede apoderarse de las fuerzas de la creación y de la destrucción que acompañan la vida de todo ser humano. Algunos, intentan convencerse a sí mismos que, si crean caos alrededor, pueden llegar a gobernar el alma, las relaciones y el destino de las demás personas. Un dolor que no se cura crea fallas en el carácter, en la vocación, en el destino y, en lugar de favorecer el servicio a la vida, nos lleva hacia el servicio a la oscuridad y la muerte. En cada uno de nosotros existe una fuerza denominada el poder de la mariposa o de la transformación. Esa fuerza, cuando se utiliza en conexión con la vida, puede hacer que, el villano se convierta en santo, el ladrón en un hombre honrado, el fracasado en un hombre exitoso, etc. También esa fuerza, cuando se utiliza desde la desconexión con la vida, puede hacer que, la persona traumatizada se dedique a pervertir a otros y arrastrarlos hacia el abismo. Así, es como algunos reclutan niños para la guerra, la prostitución, la adicción, etc. Las personas conectadas con el dolor, desconectadas de sí mismas, creen que, pueden crear a su alrededor un grupo de personas que padeciendo lo mismo o algo semejante a él, lo protejan, lo sirvan, extiendan su causa.
Cuentan que, Adolfo Hitler, quien padecía, según las heridas que nos impiden ser nosotros mismos, una herida de humillación, logró canalizar el sentimiento de quienes como él, también habían sido humillados, maltratados, ignorados, burlados y los convenció de que, sus victimarios eran inferiores y, sólo los que habían experimentado en dolor en carne propia, tenían la fuerza de una raza superior a los demás. De esta forma, este hombre transformó el potencial que había en él, en una fuerza capaz de convertir a seres humillados en maltratadores y, quien sabe en que otro tipo de personas más. En una ciudad de Grecia vivía un sabio famoso por tener la respuesta para todas las preguntas. Un día un adolescente, conversando con un amigo, dijo: Creo que sé cómo engañar al sabio. Voy a llevarle un pájaro que sujetaré en la mano, y le preguntaré si está vivo o muerto. Si dice que está vivo, lo apretaré y una vez muerto lo dejaré caer al suelo; si dice que está muerto abriré la mano y lo dejaré volar. El joven llegó hasta el sabio y le hizo la pregunta: Sabio, el pájaro que tengo en la mano, ¿Está vivo o muerto? El sabio miró fijo al joven y le dijo: Muchacho, la respuesta está en tus manos Hoy, es conocida la estrategia de algunos de presentarse ante la opinión publica como perseguidos, víctimas de poderes oscuros y rechazados por tener una visión diferente de la vida. Detrás de este discurso, dicen los analistas, hay una pretensión de canalizar el descontento de algún sector de la población para convertirla en sus más fieles y radicales seguidores. Un ser humano atrapado en el dolor, en la idea de que todos están contra él, de que el mundo conspira en su contra, si no se cura, si no trabaja en su conversión personal, puede terminar con la consciencia obnubilada, haciendo el mal e incitándo a otros a hacerlo, como si se tratara de un derecho propio. Dice el Core: “Muchas corrientes filosóficas, espirituales y psicológicas consideran la idea del Destino en su discurso. En cada uno de nosotros existe, por decirlo de alguna forma, una voz interior, una llamada o inclinación, un carácter, que nos orienta hacia la realización del Destino. El alma de cada uno de nosotros, desde antes del nacimiento, tiene un propósito que alcanzar, un destino que realizar. El alma no descansa hasta que alcanza su próposito, su destino; es decir, hasta que no se convierte en aquello a lo que ha sido llamada cuando se le otorgo la existencia. La vocación es nuestro carácter, aquello que nos diferencia de otros individuos semejantes a nosotros. El mal es una falla en el carácter; es decir, una infidelidad a la vocación o una resistencia del alma frente a su Destino. En cada uno de nosotros hay una porción de mal; es decir, un cierto grado de resistencia y reclamo ante la vida. Las manifestaciones de esta porción de mal son los celos, la mezquindad, la negligencia para actuar, la dureza con la que respondemos ante determinadas situaciones, etc. Esta porción de mal siempre puede ser sanada a través del abandono en Dios”. El verdadero mal, la auténtica falla del carácter, se presenta cuando nosotros creemos que, la vocación es para el ensalzamiento del propio egocentrismo. Aquí, es cuando podemos convertirnos en genocidas, maltratadores, asesinos, etc. La fuerte resistencia al destino termina arrastrándonos hacia la locura y, en ocasiones, hacia la muerte. Sin reconciliación, sin un esfuerzo serio, por recuperar la generosidad perdida, la que nos permite decirle Sí a la vida y a nuestro Destino, resulta complicado que el amor resplandezca y el bien prevalezca sobre el mal. Nos dice el Core: “El cambio personal sucede entonces cuando entendemos el origen de la programación negativa de la que somos objeto, cuando sentimos todos los sentimientos implicados (en principio cólera y dolor) y luego perdonamos a esa fuente exterior de la negatividad de la que aún sufrimos. Y se considera que esta es la parte crucial del proceso de transformación”. La psicología profunda presenta a Jesús como el símbolo del sí mismo, como la expresión del autentico ser que, habita en nuestro interior y que estamos llamados a realizar. Contemplar a Jesús, nos ayuda a darle orden a nuestro mundo interior y a vivir autonómamente, es decir, a no dejarnos condicionar por el dolor, el menosprecio, la desvalorización, etc. Para entrar en contacto con Jesus necesitamos escuchar su Palabra, orar y compartir el pan con Él. Al respecto de la relación con Jesús, el Papa Francisco nos dice: “No importa si en nuestra relación con Dios nos sentimos en defecto: no somos buenos amigos, no somos hijos agradecidos, no somos cónyuges fieles. Él sigue amándonos. Es lo que Jesús demuestra definitivamente en la última cena, cuando dice: Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros (Lc 22,20). En ese gesto, Jesús anticipa en el Cenáculo el misterio de la Cruz. Dios es un aliado fiel: si los hombres dejan de amar, Él sigue amando, aunque el amor lo lleve al Calvario. Dios está siempre cerca de la puerta de nuestro corazón y espera que le abramos”. Siempre podemos transformar lo que nos duele, humilla, desvaloriza en el punto de partida para dar vida. Me resucitas, cuando se cuela tu amor en mis heridas o vacíos. Cuando tu alegría acalla mis Y si… Cuando tu compasión me atraviesa y llega a quienes llamo enemigos. Cuando la duda se vuelve oración en lugar de ansiedad. Cuando tu Palabra se vuelve medicina en lugar de páginas. Cuando una simple comida compartida se vuelve estar contigo. Cuando mis miedos se vuelven posibilidad en lugar de tumba. Cuando tu presencia se siente compañía y abrazo y no juicio final. Cuando me perdono por cosas que creía irremediables. Cuando la vida se vuelve aventura y no cruz. Cuando en lo diario, sin planearlo, sin esfuerzo, puedo encontrarte y decir: ¡Eres tú! (Sandra Real)Francisco Carmona
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