Cuando un ser humano acepta la invitación de la Vida para ir al templo del Señor o subir al Monte Santo también esta haciendo una apuesta por alcanzar la libertad interior. Mientras lo que nos esclaviza tenga el control de nuestra existencia resulta sumamente difícil decidir, obrar, pensar y vivir con la consciencia plena de que Dios habita en nosotros y nosotros en el corazón de Dios. Jesús hace la siguiente promesa a quienes le siguen: “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. En el transcurso de un viaje, tres viajeros se hicieron amigos. Compartían las alegrías y las penas. No era un viaje tranquilo, pues cruzaban zonas desérticas. El agua y la comida escaseaba, y ellos intentaban racionarlas lo mejor posible. Hasta que un día se dieron cuenta de que sólo les quedaba un trozo de pan y la mitad de una bota de agua. Comenzaron a disputarse los víveres, e incluso intentaron dividirlos, pero eran tan poca cosa que ni siquiera podían fraccionarlos. Al caer la noche, con el estómago vacío, decidieron tumbarse y dormir. Al despertar – dijo uno, nos contaremos nuestros sueños. Aquel que haya tenido el sueño más hermoso propondrá su solución. Los otros dos estuvieron de acuerdo. Se fueron a dormir. Cuando se levantaron a la mañana siguiente contaron sus sueños. He aquí mi sueño – dijo el primer viajero. Me desplazaba suavemente por regiones maravillosas, tan tranquilas y bellas como ha de ser el paraíso. Allí encontré a un hombre de gran y brillante mirada que me pareció la mismísima bondad y que me dijo: Eres tú el que merece el pan, por tu vida pasada y también por tu vida futura, que son dignas de admiración entre todos los hombres ¡Qué extraño! – se sorprendió el segundo viajero. Porque yo en mi sueño he visto mi vida pasada, he visto mi vida futura y, en esta última, que todavía no ha empezado, me he encontrado con un hombre de gran sabiduría que me ha dicho: Eres tú quien merece el pan, bastante más que tus compañeros, porque eres más paciente e instruido. El destino te ha elegido para dirigir a otros humanos. Es esencial que estés bien alimentado. Entonces el tercer viajero dijo: En mi sueño no he visto nada, no he oído nada, no he dicho nada. No me he encontrado con mi vida pasada ni con mi vida futura. Ningún sabio me ha dirigido la palabra. Pero he sentido una presencia todopoderosa, irresistible, que me ha forzado a levantarme, a buscar el pan y el +agua, a comer el pan y beber el agua. Y eso es lo que he hecho, amigos. Maestro: algunos textos sufíes dicen que vivimos en un sueño del que a veces despertamos. Vivimos la mayoría del tiempo en la irrealidad de los sueños, los deseos y lo que nos gustaría ser.
Muchas personas viven convencidas de estar realizándose libremente. Algunos creen firmemente que, en la adicción están siendo libres. Otros, afirman que, en la vida desenfrenada que llevan está la plenitud que han anhelado toda la vida. Algunos más, consideran que, mientras no asuman ningún compromiso, no tengan que someterse a ninguna disciplina se están realizando. También están los que, consideran la experiencia religiosa, la relación con el misterio y la espiritualidad una esclavitud. No hay mayor esclavitud que una vida inauténtica, vacía y sin-sentido. El Papa Francisco hace referencia a la libertad en los siguiente términos: “La libertad más verdadera, la de la esclavitud del pecado, ha brotado de la Cruz de Cristo. Somos libres de la esclavitud del pecado por la cruz de Cristo. Precisamente ahí donde Jesús se ha dejado clavar, se ha hecho esclavo, Dios ha puesto la fuente de la liberación del hombre. Esto no deja de sorprendernos: que el lugar donde somos despojados de toda libertad, es decir la muerte, puede convertirse en fuente de la libertad. Pero este es el misterio del amor de Dios: no se entiende fácilmente, se vive. (…) Jesús lleva a cabo su plena libertad al entregarse a la muerte; Él sabe que solo de esta manera puede obtener la vida para todos. (…) La libertad hace libres en la medida en que transforma la vida de una persona y la orienta hacia el bien. Para ser realmente libres necesitamos no solo conocernos a nosotros mismos, a nivel psicológico, sino sobre todo hacer verdad en nosotros mismos, a un nivel más profundo. Y ahí, en el corazón, abrirnos a la gracia de Cristo. En Constelaciones de vinculo y trauma consideramos que la disociación o desrealización son la fuente de la que proviene la esclavitud psíquica y anímica del ser humano. Byung, en la sociedad del cansancio, señala que, la sociedad actual promueve una vida en desconexión con el ser. El afán que produce la necesidad de rendir y alcanzar nuestro máximo potencial hace que, sea la producción, el consumo y el exceso de trabajo lo que termine llevándonos hacia la disociación o desconexión de la realidad. Hoy, estamos envueltos en el activismo, la inestabilidad emocional y la desconexión con el momento presente. La teoría del trauma se refiere a la disociación o desrealización en los siguientes términos: “La Disociación es un proceso de No- Realización, que se caracteriza por la inhabilidad de contactar con ciertos aspectos de la experiencia externa y/o interna, que debería conectarse con el pasado, presente o futuro de la persona. La No-Realización separa y desconecta a la persona de experiencias y de sus reacciones subjetivas a dichas experiencias, como si esto no me está pasando a mí, o esto no me pasó a mí. No hay rastro en la memoria, en la emociones, en los pensamientos, sobre eventos del pasado o del presente, afectando la proyección hacia un futuro. La No-Realización es una manifestación de la Disociación. La realización está relacionada con la Presencia y la capacidad integral de estar consciente de la realidad, aceptándola como es, y adaptándose por medio de los recursos internos, de manera efectiva. En la medida que, estamos inmersos en cumplir las demandas sociales sobre productivida, desarrollo y logros nuestra mente anda perturbada sin poder encontrar reposo y experimentar la libertad. Dice Gregorio de Nisa: “Entonces, cuando nuestra mente están muy turbulenta, no podemos ver esa profundidad de nuestro propio ser. Simplemente, estamos arrastrados por nuestra mente y las oleadas de pensamientos. Pero a medida que ignoramos eso, a medida que el silencio y la confianza nos conducen a una mayor quietud, a una mayor claridad, podemos ver las profundidades de nuestro propio ser. Y ese es el comienzo del verdadero autoconocimiento, y con él viene la autoaceptación real y, por lo tanto, la curación”. Donde hay curación de la mente, esta deja de andar como una loca que recorre todos los espacios de nuestra alma comunicandole su inquietud, se experimenta con mayor gozo la Presencia divina. El peregrino mientras va de camino tiene la posibilidad de mirar las cosas, a si mismo y a la vida de manera diferente. Jose María Toro nos explica como es ese mirar de la siguiente manera: “mirar es vaciar nuestra mirada de contenidos, de prejuicios, de temores, de rencores, de ansiedad o de culpa. Mirar lo que sucede es llenar nuestra mirada de sencillez, transparencia, asombro, alegría y paz”. De igual forma, mientras avanzamos en nuestro peregrinar, nuestra mente también ha de transformarse y serenarse. Mientras vamos de camino, nuestra mente ha de estar puesta en el objetivo. Dejar que nuestros pensamientos vayan de un lado para otro no solo nos distrae sino que también nos vuelve mezquinos. Jesús nos invita a estar presentes; lo anterior significa dejar de fantasear, anticipar o intentar adivinar que vendrá después. El que logra estar presente mientras camina experimenta, sin haber llegado, la dulzura del encuentro. La peregrinación es un camino que nos conduce, queramos o no, hacia la libertad. Al respecto, escribe Anselm Grün: “La peregrinación siempre tiene que ver con vuelta y conversión. La partida del peregrino es ya una vuelta. El peregrino vuelve de los caminos seguidos hasta el momento. La vuelta ha de ayudarle a convertirse, a darle un giro a su vida. Quien se convierte confiesa con ello que el camino que seguía hasta entonces no era bueno. La Biblia entiende nuestro camino como un camino constante de conversión. Algunos narran sus vivencias de conversión con grandes palabras. Antes, todo era nada. Y entonces, en un instante, se convirtieron, y ahora todo es perfecto y maravilloso. Yo, sin embargo, siempre soy escéptico ante tales vivencias de conversión. En ellas se salta a menudo por encima de la auténtica vuelta. La conversión es un acontecimiento permanente y una conquista constante de la libertad interior, esa que sólo el Espíritu nos puede regalar”. Suelta tus miedos, tus proyectos, tus sueños y fracasos. Suelta la imagen, los agobios, los fantasmas y presiones. Y confía en Aquel que es tu descanso, en Aquel que no te juzga, en Aquel que te conoce, en Aquel que te sueña, en Aquel que te conoce, en Aquel que te espera. Suelta y confía porque ahí es donde reside la verdadera libertad (Óscar Cala sj)Francisco Carmona
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