El alma se nutre de los vínculos. La familia es el lugar donde los vínculos cobran la mayor relevancia. Aquello que impacta la vida de los padres termina convirtiéndose en la constelación que configurará la psique de los hijos. Cuidar el alma implica que, los vínculos sean sanos. El sistema familiar es la respuesta a los eventos que superan la capacidad de respuesta de la pareja. La dinámica, el movimiento, que los padres asumen frente al conflicto, lo que los abruma, tarde o temprano, termina afectando al resto de los miembros del sistema familiar. Escribe Carl Gustav Jung: “Los primeros intentos de conquistar amistad y amor están fuertemente constelados por la relación con los padres, y en esto suelen verse hasta qué punto son poderosas las influencias de la constelación familiar. No es infrecuente que, por ejemplo, un hombre sano cuya madre sufre histeria se case a su vez con una histérica o que la hija de un bebedor elija como marido a otro bebedor. [...] Cada paciente me aporta datos sobre esta cuestión de la determinación del destino por la influencia del medio familiar. En cada neurótico vemos cómo influye la constelación del medio infantil, no sólo en el carácter de la neurosis, sino también en el destino de una vida, a menudo hasta en los mínimos detalles. Innumerables elecciones de profesión fracasadas y de matrimonios desdichados hay que atribuirlos a esta constelación”. Un hombre devoto había estudiado con diferentes maestros todas las técnicas de conocimiento interior. En cierto momento el último de sus maestros le dijo: Ahora puedes marcharte y espera tu oportunidad. El hombre se adentró en las montañas y se instaló en una cueva donde pasaba la mayoría del tiempo en constante meditación. Una noche muy fría se le presentaron tres demonios horribles, rugiendo y lanzando fuegos por sus bocas. El hombre salió corriendo y espantado de aquella cueva. En el frío de la noche se sintió desesperado sin saber qué hacer. Entonces reflexionó y se dijo: Ésta es mi oportunidad para poner en práctica todo mi aprendizaje de tantos años. Entró en la cueva y allí estaban los horribles demonios jadeando y moviendo sus colas dispuestos a lanzarse sobre el hombre. Éste les dijo: Ustedes deben hacer su trabajo que es aniquilarme por completo yo en cambio debo hacer el mío que es defenderme de todo aquello que es inútil para mi beneficio. Así que sentémonos y hablemos acerca de nuestros trabajos. En ese momento los horribles diablos empezaron a empequeñecerse y arrugarse hasta que finalmente se disiparon.
Los vínculos siempre están nutriéndose del intercambio que generan las relaciones. Los vínculos sanos permiten ser y acompañan el camino hacia la individuación. En cambio, los vínculos enfermos ven como una amenaza la individuación y hacen lo posible por impedirla. En los vínculos sanos está presente la alegría. En los vínculos enfermos, la indiferencia, la ira, los reproches están en el orden de cada día. Los vínculos sanos permiten que el otro se convierta en adulto, asuma la responsabilidad de su destino y siga con libertad los llamados de la vida. Los vínculos enfermos chantajean, manipulan, entristecen y confunden al otro cuando manifiesta lo que desea ser, realizar, alcanzar en su vida. Según Bert Hellinger, sólo hay un vínculo creado por el destino, los demás van siendo construidos por nosotros en la medida que, vamos avanzando en la construcción de nuestra identidad y realizando nuestra vocación. Ananke tiene tres hijas conocidas en la mitología como las Moiras o hilanderas del destino de cada ser humano desde el nacimiento hasta su muerte. Según la mitología, las Moiras son las que proporcionan a cada ser humano, de manera individual, las experiencias y los vínculos necesarios para ir hacia el destino. Ellas también deciden el tiempo que ha de durar cada situación y cada relación. Todo lo que ellas otorgan tiene como objetivo que podamos realizar el destino. Para la mitología, lo que sucede en nuestra vida es inevitable porque es parte de la vida, no hay posibilidad de elegir qué puede estar en nuestra vida y qué no queremos que haga parte de nuestra historia. Ante lo experimentado, sólo nos queda ser humildes, asentir. Las personas llegan a nuestra vida y se van. Toda persona deja una huella en nuestra alma. Los vínculos del alma son aquellos que nos permiten ir hacia nuestro destino en libertad y autenticidad. A veces, a los padres movidos por la fuerza del amor ciego desvirtúan el vínculo y desdibujan el alma de los hijos. ¿Qué significa? Cuando a un padre lo invade el temor por el futuro de su hijo, sin querer, puede empezar a ver al hijo incapaz, débil, confundido, sin herramientas y, empieza a protegerlo, a querer retenerlo, ayudarlo más allá de lo necesario. El enojo del hijo es el signo que nos revela que el vínculo con los padres está atravesando por una crisis. El temor de los padres quita fuerza a los hijos. Recordemos que, los primeros intentos de amistad y de pareja están constelados por la dinámica que tiene, desde muy temprano, nuestra relación con los padres. Bert Hellinger, hablando de los vínculos destaca lo siguiente: “En esta comunidad, la familia, unida por el destino, todos se hallan atados a todos. Donde más fuerza cobra el vínculo creado por el destino es de hijos a padres, entre hermanos, y entre marido y mujer. Asimismo, se crea un vínculo especial desde las personas que entraron en el sistema posteriormente hacia aquéllos que hicieron sitio para ellos, especialmente si éstos tuvieron una suerte difícil: por ejemplo, el vínculo que se desarrolla entre los hijos de un segundo matrimonio de un hombre hacia su primera mujer, que murió en el parto. El vínculo es menos fuerte de padres a hijos, o de aquéllos que hicieron sitio a los que les siguieron en ese lugar: por ejemplo, de una novia anterior del marido a su mujer posterior”. Cuidar el alma implica preocuparse por mantener sanos nuestros vínculos. La arrogancia, creernos mejores y por encima de los demás, no sólo enferma sino que también destruye el vínculo. Nadie es mejor que otro y ninguna vida es más bendecida que otra. La resistencia al destino genera sufrimiento y el miedo a ser da espacio a la neurosis en cualquiera de sus formas. Toda incomodidad y necesidad de escindir la psique para sobrevivir tiene su origen en vinculo. Nadie sana por fuera de los vínculos. El alma trasciende la dimensión biológica. El amor no depende de nuestro estado de salud física, sino de lo que el otro significa y representa en nuestro mundo interior y en el camino de realización del propio destino. Para Jung, lo afectivo es lo realmente efectivo. Donde los vínculos están enfermos, la vida no fluye. La descalificación del otro es un signo claro de la dificultad para vincularse con él. Para las autoridades judías, la dificultad para acoger y comprender a Jesús se traduce en la descalificación de sus palabras y obras. Según ellos, alguien que actúa de esa forma es un endemoniado; es decir, alguien atrapado en un complejo, en una imagen desorganizada de sí mismo, de Dios, de la vida y de los demás. Ellos, se atribuían la capacidad de interpretar y juzgar lo que ocurría internamente en Jesús. Lo que decimos de Jesús, la forma como lo afirmamos y, nos relacionamos con Él, habla del vínculo que hemos logrado construir y, desde el que podemos tomar fuerza para ir sanando y transformando aquellos vínculos que actualmente son difíciles y cargados de dolor. ¡No me mandes callar! No puedo obedecerte. Tu perdón me ha quemado como un fuego y lo tengo que hablar siempre y a todos, aunque me lo prohíbas, o aunque no me lo crean. Si, por eso, me echan de esta tierra, saldré hablando de Ti. Diré que eres de todos, siempre el mismo, que tu amor no depende de nosotros, que nos amas igual, aunque no amemos; nuestro título ante Ti es la pobreza de no amar. Que eres voz que llama siempre a cada puerta, con nombre exacto, inconfundible; que no pides nada, das y esperas el tiempo que haga falta; que no fuerzas los ritmos de los hombres, que no cansas, no te cansas, y que tu amor es nuevo cada día; que te dolemos todos, cuando no te buscamos. Diré muchas más cosas: que basta con mirarte en cualquier sitio, porque todos son tuyos, para ser otra cosa; simplemente para ser persona ¡Señor, que chispa a chispa, no me canse de prender este fuego! (Ignacio Iglesias, sj)Francisco Carmona
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