En la serie los elegidos hay una historia profundamente conmovedora. Natanael es presentado como un arquitecto constructor. Al parecer, la arquitectura está muy relacionada con la grandeza de Dios. Lucas (21,5) nos cuenta: “Como algunos le hablaban del Templo, que estaba adornado con bellas piedras y ofrendas votivas”. Seguramente, Natanael guardaba en su corazón un deseo por expresar la grandeza de Dios a través de sus construcciones. La serie nos muestra como Natanael siendo joven alcanza un lugar destacado entre los constructores que están al servicio de Roma. Natanael está construyendo una torre, tiene muchas dificultades para tener los suministros que necesita. Los romanos lo desprecian no sólo por ser judío sino también por ser joven, no creen en su talento. La obra se viene abajo y Natanael es despedido. Junto a la torre también se derrumban sus sueños. Ahora, está bajo una higuera llorando su fracaso y pidiéndole a Dios que calme el anhelo que tiene su corazón de conocerlo en toda su grandeza. La carta a los Hebreos (3,4) presenta a Dios como el constructor del Universo. De ahí que, una gran obra es también un gran servicio de amor a Dios.
Felipe, después de conocer a Jesús, queda profundamente impactado. Basto una sola palabra para que Felipe dejará a Juan el Bautista y decidiera seguir a Jesús. Al ver a Felipe, Jesús le dijo: ¡Sígueme!; de inmediato, dejó su anterior escuela porque supo, en su interior, que había encontrado algo más grande que, sin lugar a duda, correspondía a su anhelo interior. En la espiritualidad, se conoce con el nombre de peregrino a aquella persona que sabe desprenderse de lo que sabe para dejarse guiar por aquello que su corazón ve. Mientras Natanael se debate en su interior, Felipe se acerca y le dice: “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: ¡Ven y ve! La respuesta de Natanael a Felipe es el fiel reflejo de lo que sucede en su interior. ¿Como puede un campesino de Nazareth revelar la grandeza de Dios? En el libro del principito encontramos la siguiente expresión: “Lo esencial es invisibles a los ojos, pero no al corazón”. La verdad está más allá de lo que pueden captar nuestros sentidos. La espiritualidad nos enseña que la verdad es el amor; solo el que ama conoce la verdad y, la verdad nos hace libres. Ahora, la verdad de la que nos habla la espiritualidad nace en el corazón que, después de haberse ordenado en sus instintos y pasiones es capaz de acoger el amor misericordioso y bondadoso de Dios. En una reflexión sobre los valores institucionales en el 2019, la Universidad Santo Tomás publica lo siguiente: “El amor es el motor que mueve nuestra vida y nuestras decisiones. De ahí que sea clave su correcta orientación. El antiguo adagio que dice: Soy amigo de Platón pero lo soy más de la verdad, afirma que la verdad tiene un valor tan grande que ni siquiera puede subordinarse –ni venderse– a la amistad. La amistad debe mantenerse en la verdad y por eso una amistad sin verdad dejaría de serlo, al faltarle su auténtico fundamento. Así es, pues cualquier proyecto humano que no se base en un conocimiento real o verdadero, sino falso de la realidad, termina cayendo por su propio peso. La verdad es así la base sólida para nuestra vida y nuestras búsquedas. Por otro lado responde a lo que somos como seres inteligentes, pues, como dijo Aristóteles, toda persona desea por naturaleza saber”. La reacción inicial de Natanael cambia rápidamente. “Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo. De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” De nuevo, nos dice la reflexión sobre los valores institucionales de la Universidad Santo Tomás: “El amor a la verdad es condición para cualquier otro amor: no se puede amar lo que no se conoce, y el que ama quiere profundizar siempre más en la verdad de su amado. Amar la verdad hace posible amar de verdad. Este amor que nos abre humildemente a la verdad, se manifiesta en una serie de acciones como el estudio y la investigación que nos permiten superar la ignorancia, los prejuicios, y ser coherente con la verdad conocida en nuestras palabras y acciones –lo que se conoce por veracidad- en tanto que nos permite identificar la falsedad y corregirla”. Natanael es un verdadero sabio según la espiritualidad. El hombre que busca a través de la arquitectura manifestar la grandeza y belleza de Dios termina siendo capaz de ver en Jesús la manifestación misma de Dios. Para los griegos, el hombre sabio es el hombre diestro en su arte. Para la cultura griega es fundamental que el hombre sabio reconozca que no sabe nada frente a la grandeza que representa encontrar a Dios en su vida y seguirle. Los sabios son aquellos que saben relativizar su saber para sumergirse en el Misterio del ser, de ese saber que se deja habitar por Dios. Escribe Anselm Grun: “Sabia es la persona que ve el bien y la belleza en el mundo, y en ellos reconoce el reflejo de Dios. Los latinos traducen Sophia con sapientia. Este término viene de sapere, saborear, gustar. Sabio es aquel que es capaz de saborearse a sí mismo, que está en armonía consigo mismo. Quien está reconciliado consigo mismo irradia buen sabor también hacia fuera. En su camino, el peregrino desea penetrar cada vez más profundamente en el misterio del ser, en el misterio de la vida. Y con ese camino desea dejar atrás todo desgarro para llegar a estar en armonía consigo mismo”. La sociedad del cansancio, como señala Byung, el afán de producir impide que nos conectemos con lo esencial. Es más, la conexión con el Misterio, con lo Sagrado, con lo Trascendente, se vuelve un obstáculo para alcanzar las metas de felicidad que la sociedad de la producción y la competencia nos proponen alcanzar. Desligados de la profundo, podemos dedicarnos a llenar las horas de trabajo, de proyectos y de consumo. Para volver a ser nosotros mismos y centrar la atención en lo fundamental, que es lo único que puede sanarnos de la histeria de la producción, de la depresión y del vacío existencial, necesitamos convertirnos en peregrinos del destino. Para lograrlo, es necesario dejarnos impregnar del deseo de vivir una relación profunda con Aquel que nos puede revelar la verdad sobre nosotros mismos y sobre el sentido de la vida. Me siento a contemplar todos los dolores del mundo, y toda la opresión y la vergüenza. Veo en el arroyo a la madre ultrajada por sus hijos, que muere abandonada, extenuada, desesperada; veo a la mujer ultrajada por su marido, veo los efectos de las batallas, de la peste, de la tiranía, veo a los mártires y a los prisioneros, observo el hambre, las humillaciones y degradaciones impuestas por los poderosos a los obreros, a los pobres, a los negros; todas estas cosas, todas las vilezas y agonías sin fin me siento a contemplar, a ver, a oír, y permanezco mudo (Walt Whitman)Francisco Carmona
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