La psique sufre seriamente y se siente perturbada cuando renuncia a los valores morales y espirituales que han dado orden y estructura a la vida. Cuando esto sucede, la psique queda a merced de los acontecimientos instintivos que empiezan a formar parte de nuestra actividad psíquica consciente. Donde no hay orden, la vida no fluye. Los valores espirituales y morales sirven para que cada acontecimiento pueda ser integrado y cada instinto alcance su meta sin hacer daño. La consciencia busca autorregularse ante la cantidad de impulsos que provienen del inconsciente e intentan hacerse presentes en nuestra vida y actividad cotidiana. Para lograr esa autorregulación, la consciencia necesita contar con aquello que le da orden, estructura y significado a la vida; de lo contrario, se sumerge en la incertidumbre. Según enseña Carl Gustav Jung, cuando las sociedades niegan el carácter numinoso en su vida terminan perdiendo su razón de ser y el orden de sus instituciones, lo cual da origen a la desorientación, disolución y disociación de la vida. La experiencia numinosa dota de sentido la vida. Donde hay sentido, el vacío desaparece y con él, la necesidad imperiosa de sentir que estamos por encima de los demás. Además, donde la vida tiene sentido, podemos dejar de aferrarnos a las partes traumatizadas, disociadas y depredadoras de nuestra psique; es decir, podemos distanciarnos de las corrientes psíquicas que nos sabotean y mantienen con vida al Ego, la parte más disociada del Yo, la que hace que la operación psíquica fracase o se desvíe de la meta. De esta forma, el alma queda atrapada en una sensación permanente de fracaso y, en consecuencia, sienta que Dios la abandonó.
¿Dónde debo buscar la iluminación? Aquí ¿Y cuándo tendrá lugar? Está teniendo lugar ahora mismo. Entonces, ¿por qué no la siento? Porque no miras ¿Y en qué debo fijarme? En nada. Simplemente mira. Mirar... ¿qué? Cualquier cosa en la que se posen tus ojos ¿Y debo mirar de alguna manera especial? No. Bastará con que mires normalmente. Pero, ¿es que no miro siempre normalmente? No ¿Por qué demonios...? Porque para mirar tienes que estar aquí, y casi siempre no lo estás (Anthony de Mello) La energía numinosa siempre permanece aunque lo numinoso no esté presente en la consciencia. Siguiendo la línea de pensamiento de Jung podemos señalar: Los símbolos numinosos han existido desde el comienzo de la mente humana. Su importancia no radica en su sexo o en otros atributos. Esencialmente sabemos muy poco de ellos. La energía emocional que los símbolos numinosos portan no deja de existir porque intentemos hacerlos desaparecer de la consciencia. Esa energía siempre está y reaparece, de manera inconsciente, cuando es necesario compensar las perturbaciones de la psique consciente. Por eso es que podemos decir que la experiencia religiosa o espiritual reunifica la psique, la sana. Cuando nuestras experiencias están cargadas con numinosidad. el alma, el corazón y la mente se ven afectadas necesariamente. Recordemos que, lo numinoso reviste de poder o potencia divina las realidades interiores del ser humano ¿A qué nos referimos con la expresión anterior? Lo divino representa para la mente la idea de perfección. Es decir, aquello que no contiene error, falsedad o engaño. En una constelación familiar, un consultante manifiesta, que su padre no es una persona digna para ser padre. Esta reacción obedece, nada más y nada menos, a que esta persona revistió la figura paterna con características divinas, el fracaso moral del padre, lo convierte, según los contenidos mentales del consultante, en un ser indigno que merece el repudio, el menosprecio y el rechazo absoluto. Lo curioso, es que é se percibe a sí mismo como un ser moralmente superior; es decir, en él no hay imperfección. Reviste también de numinosidad el concepto que tiene de sí mismo. Lo anterior, hace que, la relación padre-hijo, al ser vista desde lo numinoso, levante un muro que, al final, no sólo separa, sino que hace sufrir enormemente. En Constelaciones Familiares se dicen las siguientes palabras: “Papá y mamá, mis reproches hacia ustedes han impedido mi crecimiento. Sigo siendo un niño (a). Al verme defraudado levante un muro que me separa de ustedes y, hace que sufra por no tenerlos como padres y no poder sentir que soy su hijo (a). Para mí, a veces, es difícil ser su hijo (a) y para ustedes también es difícil ser mis padres. Los tomo como son y les pido que me tomen como soy. Dejó mis reproches y me doy permiso de llegar a ser adulto. Gracias por ser mis padres. Donde la psique quiere alejar a alguien porque su comportamiento no responde +a las expectativas que tenemos, en lugar del amor comienza a actuar la sombra. Cuando la oscuridad se apodera de las relaciones, comienza el sufrimiento, cuando éste se hace insoportable y se quiere curar, necesariamente tiene que emprenderse el camino de la reconciliación que, de una manera u otra, implica ver lo divino que hay en la persona que intentamos alejar de nuestra vida. Con frecuencia, encuentro en Constelaciones a personas con una carga emocional muy grande de ira, dolor o rencor hacia los padres. Cuando les pido que se acerquen, de inmediato surge el rechazo. En esos momentos, me acercó, les pido que sientan toda la ira o dolor, los tomó de las manos, poniéndome detrás de ellos, lentamente, los voy acercando al padre o madre. Cuando +estamos cerca, les pido que permitan que les extienda la mano hacia el pecho de los padres. Apenas lo tocan, sugiero que abran las palmas de la mano y, casi de inmediato, surge el llanto. Espontáneamente, surge el sentimiento amoroso que la rabia, el dolor o el rechazo han estado conteniendo. Necesariamente no hay que ir a buscar a los padres para hacer el ejercicio. Después de la constelación, las personas van por la vida con un sentimiento diferente hacia los padres, hacia la vida y hacia ellos mismos. Rudolf Otto, describiendo la sensación que se produce cuando se tiene una experiencia que se reviste de carácter numinoso, dice: “La sensación puede llegar repentinamente como una suave marea que permea la mente con un ánimo tranquilo o de profunda adoración. Puede pasar hacia una actitud más estable y duradera del alma, continuando como un estremecimiento vibrante y resonante, hasta que finalmente se desvanece y el alma retoma su modo de experiencia cotidiana no-religiosa o profana... Tiene sus antecedentes y manifestaciones tempranas crudas y bárbaras, y luego puede de nuevo desarrollarse en algo bellísimo y puro y glorioso. Puede convertirse en la humildad silenciosa, temblorosa y muda de la criatura en presencia de -¿qué o quién? En la presencia de aquello que es un misterio inexpresable que está en lo alto más allá de las criaturas”. Agotado ya de mis manías, mis torpezas y mis miedos, mis complicaciones y mis discursos… agotado de ponerme al centro. Agotado de que antes de intentar levantar el vuelo ya me haya tropezado y enredado en mis cosas de siempre. Agotado vengo hoy a Ti. Esta vez rendido. Ya ni queriendo volar, sino como dejándome caer hacia ese vacío del que sé que sólo Tú me recogerás. Ciego como Bartimeo, con la garganta que me arde, exhausto de gritar. Te grito a Ti. Pocas certezas me has regalado en esta vida. Una es que mi grito sordo entrelazado con mi propio amor, querer e interés espera volver a Ti. Vengo y grito con el eco de todos los que han hecho de mí el que soy y ojalá que con la estela de quienes hayan escuchado Tu Nombre desde los agujeros de mis corazas. Agotado, hoy llego rendido a Ti y noto que quien pone casa para juntarnos a todos a la mesa vuelves a ser Tú (Fran Delgado sj) Francisco Javier Carmona
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