Quien se anime a vivir auténticamente la vida tendrá que aventurarse a salir de la confesionalidad para a travesar el Desierto, la noche oscura del alma. “Hasta que la fe no sea pura como el oro, no habrá terminado Dios su obra en nuestro corazón. Nada ni nadie existe fuera de mí, nada ni nadie puede permanecer a mi lado sino tiene un corazón puro. Nadie puede estar junto a mí cuando su corazón está lleno de orgullo y soberbia, como si éstos sentimientos fueran más importantes que mi Amor. Yo soy todo en todo y el que está junto a mí, también posee la realidad de mi ser. Sin mi nada existe realmente. Donde estoy, nada hace falta”. Para vivir en comunión con Dios el corazón tiene que experimentarse libre y amado. Érase una humilde aldea cercana al condado de Rogster, donde vivía gente pobre, o bien dicho, poco adinerada, pues el concepto inicial ponía en duda a qué se refería el ser poco agraciado, si a no tener bienes materiales o a la riqueza interior, de la que todos podían agradecer allí. Sucede que llegaron dos caballeros de la Corte para anunciar que sólo quince de los ciudadanos podrían tener la fortuna de poder vivir como los reyes, en su seno, a lo cual debían quedar de acuerdo entre ellos para otorgar dicho merecimiento a quien se presumía debía ser el elegido. Se congregaron en la Pradera de Los Robles, todos con su repertorio para exponer su candidatura. A pesar de que no era propio de su naturaleza competir con el prójimo, la posibilidad de vivir con una relativa dignidad, que fue siempre el mayor de los deseos que todos desde jóvenes llegaron a tener y ambicionar, les hizo caer en un discutido debate entre ellos que empezó a enardecer la armonía que siempre hubo entre sus vecinos. La mejor manera de llegar a algún puerto era proceder a una votación. Cada uno tomó el turno para hablar y defender su interés individual, y el resultado les dejó en la misma situación que al principio: cada uno obtuvo sólo su propio voto. Probaron con una segunda elección, pero esta vez en voto privado. Una urna de madera acogía todos y cada uno de los papeles con el nombre interesado escrito, y en un halo de secretismo se realizaron entre ellos las más diversas negociaciones, e incluso amenazas por parte de alguno. Surgieron todo tipo de chantajes personales, de disuasiones para comprar votos entre ellos. El resultado fue el mismo. A falta de acuerdo, se presentaron ante el Rey los representantes de la aldea para plantear el problema. Su majestad no perdió el tiempo en nimiedades de ese tipo y decidió fácilmente que se realizaría la elección por sorteo; y salieron nombres que hicieron saltar de alegría, como a muchos otros les produjo rabia e injusticia al no escuchar el que esperaban fervientemente. El resultado provocó un desencuentro entre todas las familias, todo se convirtió en un cúmulo de infelicidades. Los quince afortunados, que con su partida vieron que dejaban atrás a todo un pueblo enfrentado y entristecido, supieron que su marcha era una maldición hasta para sus allegados, y antes de +entrar por la puerta decidieron detenerse. ¿Qué es lo os hace echaros atrás en mi propuesta de tener una oportunidad tan noble como ésta?", preguntó su alteza, una vez decididos a reunirse con él en su sala providencial. Hemos decidido que no queremos aceptar su gratitud ¿Y a qué se debe tal rechazo hacia lo que mi mano os extiende? El favor de unos pocos, crea diferencia entre muchos. Así como envidia y tragedia, añadió otro de ellos. ¿Qué es mejor entonces, que nadie tenga el placer de disfrutarlo?. Su Majestad, pensamos que es mejor que todos en el mundo podamos experimentarlo. Pero eso es imposible. Todos no caben en mi reino si quiero a todos complacerlos sin hacer excepciones, y no podría determinar nunca un límite, si no quiero hacer distinción. Permítanos a todos disfrutar de tal placer aunque sea un mínimo tiempo. Entiendan que es duro desacostumbrarse de las cosas a las que uno ya se ha habituado. Siempre fuimos felices, y sólo cuando se presentó la oportunidad nuestra mirada cambió de dirección, luego tenemos la certeza de que volveremos a ser lo que hasta el momento hemos sido: felices. Bien, así será entonces. Añadió el Maestro: “érase la eternidad donde vivían los dioses. Sucede que un día, de todos esos miles y miles de millones de millones de años, apareció la oportunidad de ser y vivir por un tiempo como un ser imperfecto...”
Según el Maestro Eckhart: “Todas las criaturas existen en Dios y son su propia divinidad, y esto significa plenitud. Ahora resulta que en Dios todas las cosas son iguales y son Dios mismo…Según se ha dicho en varias ocasiones que hay en el alma algo tan afín a Dios que es uno sin estar unidos. El saborear en el que Dios se saborea a toda criatura. Mi ojo y el de Dios son un solo ojo y una sola visión y un solo conocer y un solo amar. Habiéndose preguntado en una ocasión por qué Dios no había creado antes el mundo, dio como respuesta, así como todavía ahora, que Dios no había podido crear antes el mundo porque nada puede actuar antes de ser; por tanto, tan pronto como Dios fue, enseguida creó el mundo” Willigis Jäger señala que la evolución ha dotado al ser humano de las capacidades suficientes para adquirir el conocimiento y las habilidades necesarias para saberse dirigir por la vida. Según este autor, nos mantenemos en la Biosfera, gracias a todos los dones que la naturaleza nos entregó, en el momento mismo en el que fuimos concebidos. Todos tenemos lo que necesitamos para asegurarnos la supervivencia. Escribe Jäger: “Resultó suficiente para la supervivencia de la especie alimentarse y procrear, tener miedo y, en caso necesario, echar a correr, desarrollar un modo de comunicación y ser capaz de tener sentimientos de afecto y aversión. Además, el ser humano logró crear proyecciones en un ser creador todopoderoso para explicar su propia existencia y la del mundo”. Si fuimos dotados por la evolución para comprendernos a nosotros mismos, también lo somos para comprender que, Algo más grande también existe, nos acompaña y está estrechamente unido a nosotros. En la medida que, vamos comprendiendo la evolución también cambia, necesariamente nuestra comprensión de Dios, la Realidad Originaria que otorga existencia a las cosas. Señala Jäger: “Dios es el núcleo de la Creación, de la evolución, hacerlo desaparecer, produciría una enorme deformación. Todo lo que existe, curiosamente, toma su forma de lo que es el núcleo de la existencia; es decir, de Dios. Cuando algo se aleja del núcleo libera una gran cantidad de energía no sólo negativa sino también destructiva. Las personas conflictivas no sólo están disociadas, también están separadas del núcleo de su existencia. Por esa razón, actúan negativa y destructivamente. En Dios encontramos la forma auténtica que corresponde a nuestro ser. Muchas formas confesionales de la fe alimentan el miedo, la desconfianza y la inseguridad entre sus seguidores. Esta es la razón, por la que hoy, en un mundo con cierto grado de consciencia crítica, se rechazan determinadas expresiones institucionales de la fe. Donde el miedo es el fundamento de la fe, la vida carece de fundamento y, sin darnos cuenta, el vacío termina apoderándose de ella. Cuando Adán, el ser humano, despertó y, se vio desnudo, sintió miedo porque se dio cuenta de su desnudez; aquello que había proyectado sobre Dios, se esfumó porque se dio cuenta que, para ser él mismo, tenía que abandonar las imágenes infantiles de Dios, aquellas que se asemejan más a nuestros padres que, a la realidad Original y Trascendente que nos habita. Hace poco, escuché a un hombre decir: “durante años viví entregado con generosidad y fidelidad a un estilo de vida. Un día, durante unos ejercicios espirituales, sentí que Dios me llamaba a una vida diferente. Diez años después, descubro que llevó en mi corazón un sentimiento profundo de culpa por la decisión que tomé. Este sentimiento me resulta confuso. No puedo comprender como es que Dios me invita a vivir de un modo diferente y, a la vez, ese mismo Dios llena de culpa e incertidumbre mi corazón”. Esta confesión, hizo que pensara en la posibilidad de que existieran en nuestra psique dos Dioses. ¿Cuál de ellos es real? Para verificarlo, podemos recurrir al Evangelio: Dice Jesús: “Quien quiera seguirme tendrá que negarse a sí mismo y, tomar su cruz”. El Dios que llama siempre será el verdadero Dios; en cambio, el Dios que limita, culpa y pide sacrificios es, una creación de nuestros complejos o de la consciencia familiar de la que provenimos. De nuevo, podemos recordar a Jesús: Sólo es digno de seguirme quien deja a su padre, a su madre y a sus hermanos; es decir, quien toma distancia de la consciencia familiar. Para vivir auténticamente, es necesario aceptar el paso al desierto o el camino a través de la noche oscura del alma. Sin purificar nuestras falsas imágenes de Dios, la vida auténtica termina siendo una tarea titánica que, desgasta enormemente y, hace que el corazón termine desatendidamente frío frente a lo que ama y anhela. Ante Dios, no caben posturas propias de una regresión edípica; es decir, creer que Dios controla nuestra vida, siente celos por nuestras decisiones, busca castigarnos por vivir siendo nosotros mismos. Un Dios así, dista mucho del Dios que, en la Cruz de Jesús, reveló la grandeza de su amor y misericordia. La religión no es algo que mantenga estructuras. Esta es una visión no sólo pobre, sino también mediocre. La religión hace que nuestra fe se mantenga pura y que nuestra relación con Dios madure y, sea desde el lugar del adulto donde respondamos a Dios el llamado a vivir en comunión con Él, siendo nosotros mismos Sólo Dios basta, pero un Dios al que no basta andar él solo por todo el universo. Dios se nos acerca en cada ser del cosmos, que es para nosotros hogar, alimento, tarea y horizonte. ¡Comunión cósmica que nos une a Dios en la vida que nos llena a través de los sentidos, don y presencia suya en nosotros sin medida! Dios libre y único en el último rincón de callada intimidad, donde cada persona se hace consistente. Sólo Dios basta, pero un Dios al que no basta andar él solo por todo el universo (Benjamín González Buelta, sj) Francisco Javier Carmona
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