Cada uno de nosotros nació al interior de la familia siendo hijo. Las diferentes circunstancias que nos ha tocado vivir han hecho, en la mayoría de los casos, que abandonemos nuestro lugar para terminar en un lugar diferente al nuestro. Así, es como llegamos a convertirnos en los salvadores de la familia, en la pareja anterior de uno de nuestros padres, en la representación de un abuelo u otro ancestro, etc. La experiencia, que nos lleva a abandonar nuestro lugar en el sistema familiar, al transformar nuestra psique, haciéndonos creer que nuestro destino es el nuevo lugar donde estamos, puede considerarse una experiencia numinosa. De ahí, la angustia que se produce en el alma cuando se le pide a la persona tomar el lugar que le corresponde. Inconscientemente, las personas creen que, están desobedeciendo la voluntad divina, traicionando su destino y, por esa razón, se resisten a dejar de hacer lo que, en su consciencia saben que, no les corresponde vivir tampoco actuar. Un hombre va caminando descuidado, cuando, de repente, se cae en un foso de arenas movedizas. Tranquilamente, el hombre observa cómo se va hundiendo, lentamente. Ve que poco a poco va desapareciendo dentro de las arenas, pero él continúa tranquilo. Pero cuando las arenas casi le alcanzan la boca y la nariz, se pone nervioso y comienza a pedir ayuda. Alguien oye sus gritos, lo localiza, y le acerca una rama para ayudarle. El hombre agarra la rama, pero no hace el esfuerzo necesario para salir. ¡Tire de la rama... y salga! ¡No, gracias, buen hombre! Si yo no necesito salir... si aquí estoy bien... ¡tan sólo quiero que las arenas no me tapen la boca!
Lo numinoso, según Otto Rudolf, es el sentimiento que brota de una experiencia que, nos desborda produciendo una transformación en nuestra psique. El estremecimiento que produce la vivencia, en la mayoría de los cosas, es asumida como una manifestación de la divinidad. Ante lo numinoso, el alma o la psique se sienten profundamente estremecidas. Según lo que se albergue en el corazón, puede despertarse un sentimiento de arrepentimiento y una invitación a la conversión o también puede sentirse como un llamado a convertirse en héroe, en alguien capaz de revertir una situación difícil. En este último caso, encontramos al hijo que pide a Dios tomar el lugar de sus padres en la enfermedad y, también, en la muerte. Como se afirma en constelaciones: “Mamá, Papá primero yo, antes que ustedes…” En el ámbito psicológico, una experiencia numinosa es aquella vivencia en la que el ser humano se ve completamente abrumado. Un niño que, continuamente es desvalorizado por sus padres, ante los cuales no puede defenderse ni asumir una postura crítica, puede llegar a convencerse a sí mismo de ser un ser despreciable, inadecuado y de muy poco valor. En una constelación familiar, una mujer comentaba que, al comparase con sus hermanas y descubrirse como un ser tímido frente a lo extrovertidas que ellas eran, se avergonzaba porque sentía que decepcionaba a su madre. En alguna ocasión, esta mujer llegó a pensar que no valía la pena vivir porque veía como la madre siempre la dejaba de última en todo y, en ocasiones, la ignoraba completamente. Los padres, cuidadores y maestros son revestidos por la psique indefensa del niño de un carácter que está más allá de él mismo. Así, es como el niño se queda atrapado en los juicios y valoraciones de los adultos convirtiéndolos en una verdad incuestionable sobre sí mismo. Señala Willigis Jäger: “El vínculo con lo trascendente está estrechamente ligado a la evolución de la consciencia”. Mientras más inconsciencia hay, más divinas e incuestionables parecen todas las relaciones y realidades que nos rodean. A mayor consciencia de nosotros mismos, mayor capacidad de desdivinizar ciertos eventos, relaciones y palabras. Aquellas palabras que no nos atrevemos a cuestionar, dice Bert Hellinger, se instalan en la psique como palabras divinas. Esta es la razón por la que muchas personas no se atreven a salir de la cárcel, en la que palabras desafortunadas de sus padres, las encerraron. ¿Cómo no llegar a creer que se es una basura cuando se ha escuchado, en repetidas ocasiones, a la madre, muy enojada, decirlo una y otra vez? La experiencia numinosa, religiosa es la fuente más importante, el elemento básico de toda religión y de transformación de la psique. Siguiendo el pensamiento de Jäger podemos decir: si la fuente se seca, se pierde la energía y vitalidad para realizar cualquier transformación o cambio radical. Las personas suelen creer más en aquello que abarca y condiciona su psique que, a las enseñanzas de una institución religiosa, por ejemplo. Esta es la razón por la que una persona puede ir a una eucaristía, escuchar sobre el amor a los enemigos y, al salir, dirigirse a su casa y expulsar a sus hijos, prohibiéndoles regresar, porque los vio peleándose entre ellos. La mayoría de las veces, son las actitudes y los actos los que revelan la experiencia que, convertida en numinosa, domina y abarca nuestra psique llevándola en dirección a la vida o en dirección a la muerte. Donde hay autoconocimiento, se puede proceder de manera coherente con la Realidad Originaria, como llama Jäger a Dios. Mientras estamos atrapados en la experiencia numinosa ignoramos la intención real de nuestras actuaciones. Mientras más nos aferramos a las experiencias abrumantes que hemos vivido, más esclavos de la necesidad de pasar del estado de víctima al de bendición. En ese proceso, podemos caer, sin darnos cuenta, en actitudes contrarias al amor, aunque a primera vista, puedan llegar a parecer muy amorosas, muy llenas de Dios y muy al servicio del bienestar de los otros. He visto a muchos, causar un gran dolor, convencidos de que su obrar está bien y en consonancia no sólo con su ser esencial sino también con Dios y sus designios. Siguiendo el pensamiento de Jäger podemos afirmar: No hay ninguna brecha en el despliegue de la consciencia humana, sino un despertar continuo de la mente. Antes que, un redentor, alguien que actúe desde fuera, necesitamos encontrar al sanador, al liberador que, desde siempre ha caminado con nosotros. Lo único realmente verdadero que podemos decir sobre Dios o Realidad Original es que, Él nos muestra su amor y lealtad invitándonos y acompañándonos a deshacernos de las ataduras que las experiencias numinosas, desde el punto de vista psicológico, mantienen a nuestra alma en un sufrimiento constante e involutivo. Jesús, constantemente, proclama a través de actos y palabras: “He venido para conducirlos a la verdad. La verdad nos hace libres”. La única forma de disolver las trampas del Ego, los sentimientos que nos encadenan, las creencias que nos encarcelan consiste en dejarnos formar por Jesús sobre la Realidad de Dios. La confianza que necesitamos para sentirnos seguros y con fuerza para actuar frente a lo que nos deshumaniza proviene de la certeza de que, en Dios nuestra vida está a salvo porque Él nos protege, nos cuida, nos da su amor de manera incondicional. Sacrificio. No es dar, sino darse. No es poner en la balanza una cuenta suficiente de virtudes, un balance positivo de bondades, o una dosis razonable de ternura. No es llevar en el diario de la vida un listado de gestos, un saldo de minutos entregados, o una impecable hoja de servicios. Es darse. Uno mismo. Del todo. Consagrar los días a la fe y a la justicia que el mismo Dios nos enseña. Pronunciar su Nombre, incluso cuando callas. Celebrar el tiempo, convertido en historia de amor. Es darse. Aceptar su alianza. Sin medida. Con locura. Y ser, del todo, suyos. Y ser, en todo, suyos (José María Rodríguez Olaizola) Francisco Javier Carmona
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